Seminario que tuvo lugar el 7 de Mayo del 2005 en el Centro Enrique Eskenazi de Barcelona.

Transcripción literal a cargo de Lluís Gisbert.

En un profundo, brillante y extenso recorrido de la imagen de Saturno a través de la historia y desde todas sus esferas: en la mitología, la psicología, la astrología, la medicina, el arte, la alquimia…

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El tema que trataremos hoy es una constante en la historia de la humanidad, sobre todo en la historia de Occidente, la que comienza con los griegos hasta ahora, aunque este tema pueda ir más allá de la cultura occidental. Lo que hoy se llama el trastorno depresivo, o desorden bipolar con énfasis en uno de los dos polos, que estadísticamente está considerada la plaga psicológica de la segunda mitad del siglo XX y de la que se preve mayor expansión en el siglo XXI. Es un tema que sale en los periódicos, que preocupa a los gobiernos por cuestiones económicas, ya que el número de bajas por depresión es altísimo.

Hoy en día la depresión es un tema médico, que se enfoca desde una perspectiva médica, psiquiátrica y en el mejor de los casos psicológica. Por lo tanto es un tema en el que la gente tiene poco que decir, ya que está reservado a ser tratado por especialistas como una patología. Pero esto que hoy es terreno médico, hubo un tiempo en el que fue considerado un fenómeno frecuente, nunca normal (por lo que siempre hubo una preocupación por lo que hay ahí), pero si relativamente usual, aunque no sólo en términos de enfermedad grave, que es como se lo trata actualmente

Es un tema difícil de descifrar (en manuales psiquiatría, estudios de psicólogos, análisis de otras culturas), pero si lo investigan, lo único que sacarán en limpio es que no se sabe lo que es, porque puede ser o un síntoma, es decir una conducta que acompaña a muchos y diversos estados de ánimo, puede ser un síndrome, o sea un conjunto de síntomas o puede ser una enfermedad.

La vaga idea más común es que una de las características de la depresión sería la tristeza y el miedo continuados, en especial el estado bajo de ánimo. Las palabras son muy significativas «estado bajo de ánimo» (estar en pleno bajón, estar decaído).

Antiguamente se le llamó hipocondría (aunque ese concepto hoy varía): hipocondría tiene una asociación con el cuerpo, ya que proviene del hipocondrio, una región donde se localizan la cola del páncreas, el bazo, el ángulo «esplénico» del colon y más profundamente los riñones. El hipocondrio es también como los griegos llamaban al bazo. El bazo es un órgano que en inglés se llama «spleen» (de ahí la mención de «esplénico»), que es una manera de llamar a la tristeza sostenida: «el spleen», que pasa al castellano como «esplín» (s. XIX), que es estar bajoneado, triste, sin ánimo.

Otra de las características es falta de energía, aunque esta no está tan clara, ya que algunos dicen que es falta o exceso de energía; o mucha pasividad, o exceso de actividad, o se duerme mucho, o se duerme poco.

Todos sabemos qué es la tristeza, estar sin ánimo, en algunos momentos todos estamos bajoneados, todos sabemos que es encontrarnos sin energía, todos en algunos momentos dormimos poco, o dormimos mucho. Es posible que todos conozcamos (aunque no lo llamemos así), lo que es la depresión.

El nombre de depresión es relativamente nuevo, porque el nombre original fue melancolía. Es una palabra griega que proviene de «melas», que quiere decir negro, como en «melanina» (el negro nos acompañará toda la tarde).

Ejemplos: humor negro, pensamientos negros, lo veo todo negro, me asaltan negros presentimientos. El negro en nuestra cultura está asociado al luto, al duelo, a la muerte. Ponerse una cinta negra en señal de que se está de duelo. La negrura está asociada a este negro original de la palabra «melas».

Melas-kolé: Kolé en griego quiere decir bilis. Está asociado a los procesos biliares. «Hepatocolagogo» es un fármaco que sirve para acelerar el movimiento de la vesícula biliar. O sea melas-colé quiere decir la bilis negra.

Esto se conecta con una teoría muy antigua, del siglo V a.C, con una descripción de tipos humanos de acuerdo a humores básicos. Este casi al inicio de la medicina occidental, al proponer que hay 4 humores fundamentales. Humores son líquidos y estos 4 humores fundamentales de cuyo equilibrio dependería la salud, eran: la sangre, la flema, la bilis o bilis amarilla y la bilis negra (como 4º humor).

Lo curioso es que si bien a la sangre la podemos ver, ya que sufrimos pérdidas de sangre, o a la flema o incluso a la bilis amarilla cuando vomitamos, no se ha visto la bilis negra en el ser humano. Pero se le llamó negra porque en aquel entonces el negro ya estaba asociado a la oscuridad, la tristeza, los pensamientos negros, lo que no se sabe, etc.

Ya desde los comienzos, el 4º temperamento, el melancólico o de la bilis negra, es el del humor negro, de la tristeza, atribuído a un humor que nunca se vio. Los tipos humanos se dividían en 4 tipos según el humor predominante.

Esta es la teoría de Hipócrates de los 4 temperamentos, que decía:

1º) temperamento sanguineo: Aquellos en que predomina el humor de la sangre, son de temperamento sanguíneo. La sangre no solo es un líquido, al menos no para nosotros en esta tarde en que nos referimos al cuerpo y su correspondencia con el carácter, a través de la metáfora. Todo lo que se encuentre en el cuerpo es lo que la fantasía de la mirada del investigador permite reconocer.

La preocupación por la sangre, el interés por la sangre, iba asociada a la connotación metafórica de la sangre, como fuente de vida, de nobleza, de aspiración, de pasión y de valor.

Por ejemplo: es de buena sangre, parece que no tuviera sangre, es de sangre fría o caliente, me bulle la sangre. En todas estas expresiones no estamos hablando meramente de lo que corre por las venas, sino como metáfora de un estado de ánimo. El temperamento sanguíneo se vio como el más noble de los temperamentos, y por lo tanto de asoció al carácter aéreo, sociable, espontáneo, vital y desde que nace, ya nace bajo el signo positivo.

Al 2º temperamento colérico: se lo asociaba con la bilis amarilla y a este se le llamaba el colérico. Era aquel en el que dominaba la bilis amarilla y se asociaba con emprendimiento, entusiasmo, demencia, excitación, energía, irritación y todas las cualidades que más tarde pasarán a ser características del Dios Ares o Marte (dios de la guerra, las batallas y el coraje)

El 3er temperamento flemático: en el que predominaba la flema; como cuando se habla de «la flema inglesa». Ser flemático es tomárselo con calma, ser adaptable a las situaciones, a diferencia del colérico, no ofrecer resistencia, «si viene así te adaptas a lo que viene». Es un carácter más pasivo, tranquilo, y no tardó a ser asociado a los rasgos de la Luna, con lo cual el flemático y el lunático no están muy separados.

El 4º temperamento, el de la bilis negra, el melancólico, fue el más difícil de definir, tanto como difícil de observar la bilis negra. En el origen se le llamaba melancolía a un estado profundo de tristeza y de temor, sentimientos de persecución, miedos irracionales, desánimo, seguidos de momentos de excitación y de vehemencia, lo qué más tarde se llamó locura. Todo tipo de locura caía bajo el nombre de melancolía, como lo que se llamaba «licantropía»: licántropo era aquel que de su locura se creía un lobo y aullaba por los bosques.

Por lo tanto hipocondría; lo que hoy llamaríamos paranoia, desánimo, excitación, furia, tristeza, epilepsia etc., todo esto encerrado bajo el nombre de melancolía, ya en esa época. Es lo que hoy diríamos «está mal, es negro, es oscuro» y claro los pobres melancólicos pasaron a ser los portadores de la sombra. Al fin y al cabo, entre la negrura, la oscuridad y la sombra simbólicamente hay mucha conexión y así el melancólico pasó en los manuales a ser descrito como aquella persona de la que no te puedes fiar, desconfiada, taciturna, con pensamientos ocultos, avaricioso, el que emplea artimañas, y no tardó a extenderse al cuerpo como los morenos, las personas de tez oscura.

O sea que la tradición de ver en el moreno lo malo, es muy antigua; es griega, por lo que los racistas ya pueden remontar su linaje a los griegos. Por ejemplo; eso de que en los años 50 en la publicidad española, se prefería a los rubios o rubias y los niños y niñas eran modelos que correspondían más a la tipología nórdica que a la mediterránea, viene ya de esta asociación. Los morenos, no solo son oscuros de tez, son oscuros en el alma.

Lo que se daba por supuesto, es que un poco de bilis negra es necesario, porque esta ayuda compensar y coagular la sangre. La salud era entendida fundamentalmente como equilibrio de humores, y más tarde los 4 temperamentos se vincularon indefectiblemente a los 4 elementos.

Correspondencia entre los 4 humores y los 4 elementos:

La correspondencia era entre el fuego y el colérico que es fogoso, irascible, excitable.

El aire asociado al sanguíneo, social, rápido, alegre, adaptable, comunicativo.

El agua asociada al flemático, por lo tanto más bien lento, pasivo, fluido, lábil, lunar.

Finalmente el melancólico, la bilis negra que le correspondía la tierra: hosco, resistente, cerrado, tozudo, pesado, contenido.

En astrología los signos de tierra han recibido tristes descripciones; y eso ya los nacidos en el siglo XX donde ya estaban mejor vistos, pero los nacidos desde la época de los griegos hasta Ficino que fueran de tierra, tenían que cargar con los rasgos de: pedestres, torpes, lentos, miserables, desconfiados, avariciosos, de pensamientos escondidos que nunca se manifiestan, que sienten inclinación por las ropas viejas y sucias, por los lugares siniestros, les atraen las comidas de malos olores, etc.

La descripción es espantosa, y esa descripción pasó al patrimonio popular, especialmente en la Edad Media, incluso en los años 50 todavía había unos calendarios donde venía una descripción muy breve de los 4 tipos humanos, y el de la tierra era oscuro y el malo de la película. La conexión entre lo malo, lo sombrío, lo oscuro, lo opuesto a lo translúcido y transparente, era así asociada a la tierra.

La tierra, la terrenalidad, cuando ya predomina el cristianismo (y que será característica también del pensamiento gnóstico y hermético) se va asociar a «mundo, carne y demonio». La tierra relacionada con el mundo del cuerpo, y el cuerpo sentido como prisión (soma-sema, decían ya los pitagóricos: «cuerpo-tumba») y de aquí que los terrenales sean lentos, apegados, miserables, interesados, torpes y tendientes a la inercia.

De hecho la descripción de los 3 signos de tierra nunca ha tenido el vuelo, la inspiración del fuego, de los nunca mejor dicho 3 luminosos signos de fuego.

Virgo: analítico, desconfiado, ahorrativo y crítico.

Capricornio: Durante mucho tiempo cargó con la marca de ser el signo satánico por excelencia y fue el portador de la melancolía y la ambición aprovechada y calculadora.

Tauro: Torpe, avaricioso, lento y apegado.

En resumen, triste concepción acerca de la tierra. Sin embargo a lo largo de los siglos también se reconoció en la melancolía alguna virtud.

La bilis negra y la coagulación de la sangre: Como decía, la bilis negra es necesaria para la coagulación de la sangre, da consistencia y por eso se reconoce en el carácter terroso o melancólico una mayor consistencia y practicidad: dotes de organización, concreción, realización.

El problema, decían los antiguos, es que cuando se excede entonces empieza a predominar el rigor mortis, demasiado pesado, lento, inmóvil, quieto y letárgico. Pero a su vez, había la curiosa idea de que si esta bilis negra se calentaba demasiado (se llamaba melancolía adusta), entonces los humores negros subían al cerebro y producían lo opuesto a la depresión: estados maníacos de delirio, de pérdida de conciencia, irracionalidad, estados esquizofrénicos, etc.

Por lo tanto la bilis negra era la causante tanto del máximo bajón, como de la hiperactividad. Había que mantenerla en control para que no ardiera y llevara al delirio, ni para que se enfriara al punto de llevar a la inercia.

Esta teoría ha atravesado toda la cultura occidental (la de los 4 temperamentos) así como la teoría de la bilis negra como responsable de la melancolía.

El libro de «Los problemas» (Problemata, en griego) hoy se suele atribuir a Teofrasto, discípulo de Aristóteles, aunque durante muchísimo tiempo se creyó que lo había escrito el mismo Aristóteles. Forma parte fundamental de la historia de la melancolía la aparición en el Siglo II a.C de este texto muy influyente atribuido a Aristóteles (hoy sabemos que no es de él, y por eso aparece como «Pseudo-Aristóteles»).

El libro se llama «el libro de los problemas» (Problemata) y el Problema nº 30 que aborda el tema de la melancolía, comienza con la siguiente cuestión:

…Por qué será que los grandes pensadores, los grandes políticos, los grandes artistas y los hombres de gobierno han sido melancólicos…

Con esta pregunta se está atribuyendo a la melancolía el rasgo antitético al usual, es decir, el melancólico no solo puede ser la persona condenada a la torpeza, a la fatalidad, la locura, la avaricia y la desconfianza, sino que la misma melancolía puede, curiosamente, producir hombre geniales.

Esta pregunta también atraviesa Occidente; ¿cómo es posible que la melancolía, el mayor de los males del cuerpo y del alma, sea tan frecuente en los hombres geniales?

Hasta hoy ha llegado la convicción de que una persona genial es una persona un poco loca, o bastante infeliz; la asociación del genio y el infeliz; «los genios no son personas adaptadas, ni pueden ser felices».

Hay cantidad de artistas que personifican esto e incluso que pasaron por el manicomio (los que no acabaron allí). Incluso los que no han pasado por el manicomio (Van Gogh), pero que nunca se han comportado como personas normales y adaptadas. Si uno mira la historia hay de todo en la viña del Señor y hay grandes músicos que han sido, vista su conducta, perfectamente normales y adaptados (J. S. Bach con muschísimos hijos, varios de ellos grandes músicos, y una vida relativamente estable, próspera y feliz).

Es más: predomina la fantasía de asociar la genialidad con la inadaptación y con la melancolía, aunque quizás también haya algo. Pero como sabemos, todo lo que estamos viendo habla poco de lo que la melancolía sea , pero habla mucho de la manera en que los hombres han imaginado lo que hay o puede haber en la melancolía. Lo que sabemos no es qué sea la melancolía, sino cómo se la ha estado mirando: desde el comienzo asociado con el negror, la tristeza, desde el comienzo asociado con un toque de infelicidad y de miseria anímica.

En realidad, antes de Aristóteles fue Platón el que, en un Diálogo maravilloso y poético, ya hace una asociación entre la manía, que es una palabra griega para locura exaltada, no para locura depresiva, sino para aquel estado en el que una persona se encuentra poseída, o sea el estado de posesión, de delirio, que se traducirá como «furor».

Platón hace la observación de que la manía es el resultado de la acción de un daimon, es decir, de un ser intermedio entre los dioses y los hombres que es un mediador a través del cual un ser humano entra en contacto con los dioses (y viceversa).

El Eros (como amor) es uno de esos Daimones, que cuando desciende a un hombre, este hombre se encuentra fuera del control porque se encuentra habitado por una llamada divina.

A esta manía, que más tarde en el latín se traduce como furor (no furor de furia como se entiende hoy, sino furor como posesión «demoníaca», exaltación entusiasta). Cuando hablamos de Daimon, no es como un diablo judeo-cristiano, sino como un Genio, como un agente de los dioses que irrumpe (recordemos que el amor es un Daimon, tal como lo explica Platón en su inmortal «Banquete» o «Simposio»).

El estado furioso es el estado de entusiasmo y la palabra entusiasmo viene de en-theos (en dios), el entusiasmo es el estado de unión con (o incluso posesión por) un dios.

Platón, en el Fedro, le hace decir a Sócrates que hay 4 tipos característicos de manía (que proviene de arriba, del llamado de los dioses): el estado del furor erótico del enamorado, el estado del furor demónico del profeta o la pitonisa, el estado del poeta inspirado por el númen, el filósofo enamorado de la sabiduría o Sofía. El profeta, el poeta, el sabio y el enamorado son maníacos en el sentido de que en ellos habla un dios.

Esta idea tan hermosa también recorre Occidente, con lo cual esta forma de divina locura se conecta desde el origen con la pérdida de conciencia a través de la cual ya no eres tú, sino que un dios habla a través tuyo, es una caso de manía, de furor (nunca de depresión) y también abarca algo de lo que hoy llamamos locura (de estar «loco de atar»), Platón lo relaciona con un estado en el cuál un dios te posee, con lo que le da una estatura a la locura muy lejana a la que tiene a partir de la Edad Media.

En la Edad Media el tema del inspirado, del furioso (como en el libro de Ariosto, el Orlando Furioso, no es que Orlando esté enfadado, ni «furibundo», sino poseído por el Dios de la manía, también se puede decir exaltado, Orlando inspirado). Por lo tanto el furor erótico es el estado de posesión por un dios que te entusiasma y te exalta.

Platón le da una categoría divina o semi divina a la locura. Muchas cosas tienen que haber pasado para que se vea en la locura un fallo cerebral; esto es impensable en la perspectiva de Platón. En realidad la historia de la locura, que es una cosa que no se sabe lo que es, ya que la palabra locura se usa para todo lo que no se sabe, para todo tipo de conductas que rompan la conducta normal, usual. Pero sea lo que sea que pasa ahí nadie lo sabe y por lo tanto se ha intentado explicar, pero cada explicación depende del contexto cultural, de la época, etc.

Esta imagen del loco sagrado de Platón forma parte de la figura mítica: «el loco sagrado», «el loco inspirado», hasta el bufón del Rey Lear, el tonto es el que más sabe, por su boca habla la verdad; es una imagen antigua y poderosa también.

Claro que han tenido que cambiar bastante las cosas para que se vea en el loco un deshecho humano. En el momento en que el alma se empieza a identificar con la razón, la locura se define como un fallo en la capacidad de raciocinio. La locura es entendida por lo tanto como un problema de la mente, entendiendo por mente la capacidad de razonar y de ahí el demente (de-mente). Por lo tanto se entiende como un fallo intelectual, un fallo en el conocimiento, el loco es una criatura que no razona adecuadamente.

Pero no siempre fue así; el inspirado por el furor divino, o por los furores heroicos o eróticos, porque hay muchas clases de furores, no era alguien que no razonaba, era alguien que trascendía, que estaba en un estado anímico, y no solo mental, en el que hablaba un dios.

Pero cuando el alma se va identificando con la mente y mucho más tarde la mente con el cerebro, ya con mucha fuerza a partir del siglo XVIII, y después de la Revolución Francesa y luego todo el s. XIX hasta ahora, predomina en Occidente la premisa de que «sólo es real lo mensurable, observable y experimentable», «solo es real lo que tiene cuerpo o se reduce a cuerpo». Luego los trastornos que entonces nadie consideraba mentales (la mente ahora solo puede ser real en la medida que se identifique con el cerebro) son remitidos a la hipótesis ya fuerte en el s. XIX, de que la locura es un problema cerebral, un cerebro que está diezmado, que no funciona bien.

La reducción histórica de la locura como un estadio entre lo humano y lo divino, a la idea de la locura como una alteración de la capacidad de raciocinio, hasta la convicción de que la locura es un problema fisiológico, ha abarcado siglos en los que han cambiado las cosmovisiones.

Yo no se si Platón tenía o no razón, nadie lo sabe, pero lo que sí es cierto y se puede observar es una progresiva comprensión de la locura en su fase maníaca o depresiva, como una manifestación carente de alma, es decir: problema del cuerpo o problema de la razón, de la mente, de lógica, como si se hubiera perdido de vista la enorme dimensión que incluye la fantasía, el sentimiento y el deseo. En Occidente ha habido una progresiva y cultural pérdida de alma, es decir, de reconocimiento de que lo anímico sea real y esa pérdida de alma ha llevado a la identificación de la depresión como un trastorno genético o como un problema químico, de ahí el intento de respuesta química ante la depresión.

Hay incluso hipótesis (que empezaron en el siglo XIX) que dicen que la depresión, al igual que casi todas las alteraciones psíquicas pueden ser genéticas. Cuando se dijo esto fue como una maldición, un estigma, que llevó a avergonzarse e incluso ocultar en lo posible la situación, pero es interesante para ver las atrocidades que se pueden cometer en lo que no se conoce y es así campo de proyección de los propios temores. En lo desconocido siempre se ha visto lo que existía oculto en el que miraba y por lo tanto el loco, el depresivo, el histérico, el psicótico, etc., son todas palabras que han sido portadoras de la sombra o la oscuridad de los «normales». Lo que la persona sensata y normal desconoce y teme es lo que ha sospechado e inevitablemente ha proyectado ante lo desconocido. Es el caso de la locura y de la depresión donde se refleja poco del que la padece, pero mucho acerca de quienes la diagnostican y la tratan.

En el siglo XIX con la progresiva identificación entre psique y cerebro la depresión se trata como una enfermedad más que como una posesión «demoníaca» o un «pecado» (y ésto fue bueno en el sentido de que antes del siglo XIX y XVIII, a lo largo de la Edad Media y parte del Renacimiento, con la excepción de Marsilio Ficino, la historia de la locura que en la Antigüedad era la historia de la posesión por dioses o de una alteración de la oscuridad inherente en el ser humano y la melancolía, con el advenimiento del cristianismo y su establecimiento lento como ideología y trasfondo ideológico de occidente, el loco y el depresivo pasó a ser considerado un endemoniado. Ya no el Demón platónico que eleva al hombre y lo pone en contacto con los dioses, sino demonios infernales representantes del pecado).

Al comienzo de la Edad Media se empieza a reconocer, en lo que antes se llamaba melancolía, una manifestación demoníaca que asola principalmente a los monjes de la Tesalia que se retiran al desierto en ascetismo y meditación. Esta enfermedad típica de los monjes de entonces se llamó acedia o accidia, palabra que poco se conoce ya (a no ser los que han tenido buena formación religiosa). La acedia es considerada como un pecado.

Los cenobitas (monjes de retiro) acediosos, se hallaban sometidos a los asaltos de los demonios. La mayor parte de los espíritus malignos aparecían a la llegada de la noche, pero había uno, un enemigo de mortal sutileza que se paseaba sin temor a la luz del día, y a quienes los santos del desierto lo llamaban el demonio del medio día (daemon meridianus), pues su hora favorita de visita era bajo el sol ardiente el medio día (el Meridiano). Estas siestas terribles en el desierto en que en medio del calor ardiente del medio día, la hora de la siesta, que para los griegos clásicos era la hora del dios Pan (que cuando toca su cuerno, genera el «pánico» en la naturaleza). Para los monjes cristianos es la hora de la merma del deseo de vivir, la experiencia de un vacío tan grande, del tiempo detenido; imaginen en medio del desierto un calor abrasador, ni un ruido, el tiempo detenido, el vacío. El monje acedioso ya no puede orar, ni meditar, ni puede quedarse en su celda, sale afuera y vuelve a dentro, pero adentro ya no puede estar, empieza a vagar sin sentido por el desierto, pierde el ánimo para trabajar, no se concentra en sus oraciones y deja sus obligaciones, sus meditaciones y su oración.

La acedia que empieza a sentir (no solo los monjes de retiro, sino también en los conventos y monasterios) y que es una forma de lo que hoy llamaríamos depresión, se entiende entonces como un ataque de un demonio; el demonio de mediodía, el daemon meridianus.

Hay un bonito libro sobre la depresión que se llama justamente así: El demonio del mediodía. La acedia se consideró uno de los pecados capitales y se ha asociado, pero sin identificarse, con la pereza. De hecho la falta de ganas de trabajar, de interés y de capacidad de concentración eran una de las consecuencias de la acedia, pero la acedia era el estado de posesión por un demonio que había que evitar, o la consecuencia de una culpa.

A lo largo de la Edad Media la acedia es considerada la consecuencia del pecado original. El hecho de que por bueno que seas, has nacido con pecado original (la culpa primordial anterior al nacimiento), puede atacarnos en la vida en forma de acedia. Luego la acedia es una forma de castigo por el pecado original.

Santa Teresa, ya en el Renacimiento, habla con dureza acerca de las monjas acediosas, considerándolas unas vagas con las que hay que tener «mano dura», no hay que atenderlas ni hacerles caso, hay que encerrarlas, darles duchas frías y castigarlas. Consideraba -como todos en su tiempo- que la acedia es un vicio y un pecado.»Si no bastaren palabras, sean castigos: si no bastaren pequeños, sean grandes; si no bastare un mes de tenerlas encarceladas, sean cuatro, que no pueden hacer mayor bien a sus almas»

Al final de la Edad Media y con el Renacimiento las cosas cambian (luego hablaremos con más detalle de ésto), pero inmediatamente después del Renacimiento, en la época de la Reforma y la Contrarreforma, del cisma en que las iglesias se parten, la cristiandad se separa, y que surge el movimiento de Loyola, nuestros pobres melancólicos se ven acusados de brujería y tratos con el demonio. A partir del S. XVI el loco y el depresivo se consideran endemoniados. Los famosos juicios de persecución de brujas que cundieron por toda Europa a partir de finales del S. XV, fueron muy fuertes todo el XVI y gran parte del XVII.

Hay un libro famoso el «Malleus Maleficorum» o «El martillo contra las brujas» que escribieron Sprenger y Kramer en 1485 para el papa Inocencio VIII, usado entre otras cosas para detectar cuándo había un caso de brujería a fin de exorcisarlo, o para quemar la bruja. Hay que leerlo porque es un manual de fantasía erótica y de miedos y represiones, se utilizaba en los juicios para determinar si una persona (normalmente mujeres), eran brujas o no. El libro puede considerarse como ua mezcla de misoginia, miedo a la sexualidad y superstición religiosa. Había por ejemplo una prueba tristemente famosa: meterla bajo el agua y hundirla con un palo; si es bruja sobrevivirá y si no lo es… pues mira. O tirarlas desde un precipicio y ya se verá después. A muchos locos y sobretodo a millares de deprimidos se los quemó implacablemente, después de haber sido torturados hasta confesar su adoración al diablo.

Por lo tanto fue bueno más adelante el paso de la consideración del deprimido como un poseso, un endemoniado, un pecador a ser considerado un enfermo.

Después de la Revolución Francesa los médicos sacaban a los deprimidos los grilletes, las cadenas, y les ahorraban los castigos, las duchas frías y empiezan a tratarlos como a un enfermo, y como un enfermo merecen respeto como seres humanos que padecen una enfermedad, y que ya no es considerado un aliado o un instrumento del demonio.

En este sentido hay una mejora de trato; no mucho mejor ya que más tarde son tratados bajo tandas de electroshock, la terapia eléctrica. Se pasa del trato con el demonio a terribles tratamientos físicos, purgas espantosas, sangrías y aplicación de corrientes eléctricas.

Toda esta historia, es la historia de las sucesivas agresiones que se han ido practicando a partir del final de la Antigüedad sobre los locos y los deprimidos. Agresiones quiere decir que con el pretexto de «ayudarle», el depresivo ha sido el portador del rechazo y de la rabia del «sano o normal» ante lo desconocido.

Todas las terapias aplicadas, o casi, hablan de violencia, por ejemplo con lavativas tremendas; la idea de que la bilis negra coagulaba, enfriaba y secaba hacía que se aplicaran tratamientos arduos y penosos para curar, como la administración del eléboro, que es una planta asociada a Saturno y a Marte, que tiene tremendas cualidades agresivas, purgantes e irritantes, es decir: venenosa y que en cantidades grandes puede provocar la muerte

La raíz de eléboro, sus preparados, llevaban a pérdidas de sangre, vómitos, pero se creía que si se perdía sangre, ésta podía circular mejor, de ahí la idea de las «sangrías» tan frecuentes en el pasado. Incluso hubo la asociación de la hemorroides con la depresión, en el sentido que la hemorroides (como pérdida de sangre) y la pérdida de sangre por el ano, se consideraba buena, ya que se suponía que la sangre volvía a fluir y no estaba tan coagulada por la bilis negra. A su vez, los coágulos oscuros de sangre, se veían como bilis negra que se estaba eliminando. Se han producido muertes por derrames tremendos provocados por exceso de eléboro negro.

Por lo tanto el tratamiento siempre ha sido también implícitamente un castigo.

En el S. XIX con la mayor identificación de alma-mente -cerebro, empieza el intento de localizar lo que llamamos alma en zonas cerebrales (este trocito de cerebro rige la memoria, este el lenguaje, este los sentimientos). O sea el sentimiento es el resultado del funcionamiento de un trozo de materia, la memoria de otro trozo de materia y de ahí viene la idea a finales del XIX y comienzos del XX de aplicar descargas eléctricas en el cerebro, tratamientos electro-químicos, que evidentemente crean una potentísima alteración; pero es que si te ponen electricidad en los testículos seguro que también se produce una alteración. Esto, naturalmente, no es una prueba de que el alma está en los testículos.

El que introdujo la terapia eléctrica fue un italiano fabricante de aviones y de motores de alta velocidad, o sea alguien que vivía en la industria de la velocidad y consideraba que había que acelerar y transformar las actitudes de aquellos que estaban detenidos. La depresión es la quietud y la quietud es mala ya que la actividad se identifica, en esta posición «de aceleramiento», con la salud.

La historia de todo esto es bastante sórdida pero si uno la lee con cierto desapasionamiento, y es difícil no ponerse en el lugar de aquel que es apaleado, encadenado, sometido a duchas de agua fría, a tratamientos eléctricos, a purgas terribles, etc., como digo si lo podemos mirar un poco desapasionadamente, aunque no podamos saber qué les pasaba realmente a aquella gente deprimida o melancólica, podremos ver lo que sí pasaba por la imaginación de los «normales» y los «terapeutas» de su tiempo.

Cuando llegamos a nuestra época, todavía hoy (y esto se puede consultar en Internet) se considera que la terapia eléctrica, de descarga eléctrica, es lo más eficaz para la depresión, más aún que la terapia química (hoy no se aplican corrientes al grado de dejarte aturdido, ahora se hacen en mínimos grados), porque es la que produce resultados más permanentes.

La terapia química a partir de los 50′: La terapia química, que comienza fuerte a partir de los años 50′ también tiene un elemento de fantasía muy grande, ya que la depresión se considera un problema de conexión entre las terminales nerviosas, que estas terminales no se pasan los datos adecuadamente, y tratan de activar aquel tipo de hormonas que aumente o favorezca la conexión, o por el contrario inhibir la función de otra hormona que pudiera estar alterándola.

De los primeros antidepresivos (con muchos efectos secundarios) se pasa a los ansiolíticos (menos nocivos).

Luego viene la época del litio, que en griego quiere decir piedra. Un estudiante sueco descubrió una sustancia química en las piedras más cercanas a un río y el litio resultó demasiado barato y accesible para ser distribuido por las industrias farmacéuticas (estas no venden lo que cura, sino lo que da dinero). El litio al principio era demasiado accesible y se tardó en experimentarlo y tomarlo en serio y hoy en día ya hay sustancias más nuevas. Pero todas ellas se basan en el intento de parar la depresión, para, evitar, frenar esto, un síntoma de origen físico, genético o químico y se tiene que combatir químicamente.

Hay una sola duda y es ¿cómo puede ser que una «enfermedad» atribuída a la química no se pueda diagnosticar por ningún análisis químico? No se diagnostica la depresión por un análisis de sangre o celular para ver si hay un fallo químico, se trata químicamente aquello sobre cuyo origen, sentido y manifestación se ignora totalmente. También podríamos tratar químicamente cualquier estado de ánimo, pero esto no implica que los estados de ánimo sean de origen químico. Por lo tanto la depresión sigue siendo un misterio.

Lo que es la depresión no se sabe y luego empiezan a surgir las clasificaciones de las depresiones; resulta que no hay una sino que hay un montón y entonces está la depresión exógena, la endógena, la melancólica, la depresión psicótica, la depresión con o sin delirio y de repente es todas las cosas. Se empiezan a poner rótulos y distinciones, en lugar de ayudar a comprender, están diversificando el no sabemos qué.

En todos estos intentos por acercarse a la depresión o melancolía hay dos momentos fundamentales, (en la cultura occidental) respecto el tratamiento de la depresión o melancolía. Uno es en el Renacimiento Marsilio Ficino y a partir de comienzo del S. XX, gracias al regreso lento del alma como realidad, gracias a aquellos que empiezan a otorgar a lo anímico una realidad no reductible a la física, los que empiezan a entender que el alma puede ser causa y no efecto, aquellos que dicen «el alma es origen y no consecuencia de» y esto ocurre realmente con Freud, con el psicoanálisis, la psicología profunda.

Un colaborador de Freud alrededor de 1915, Karl Abraham, es el primero (salvando a Ficino) que en lugar de querer combatir la melancolía, la depresión, intenta ver qué dice el alma en la depresión, representa un intento de comprensión y explicación en términos puramente anímicos. Hasta ahora se ha explicado físicamente, luego astrológicamente, o religiosamente, ya sea por medio de demonios, recurriendo a la anatomía, a través de la química, pero por primera vez se acerca alguien a la depresión en términos de alma, a partir del S. XX.

Es el primer intento de decir que pasa en una depresión en términos de alma, y no «vamos a hablar de genes, de bilis, ni de cerebro», sino «vamos a hablar de estados de ánimo».

Hubo un texto que fue precursor en el enfoque anímico de la depresión, de Freud (1915) y publicado un poco más tarde, que es fascinante, no digo que sea verdad ya que aquí no estamos en el terreno de la verdad, sino en el terreno de ¿Cómo los seres humanos nos acercamos a este tema? Y realmente a partir de Freud el acercamiento a este misterio es un acercamiento desde el alma ¿que ocurre en el alma? Nada de lesiones cerebrales, nada de proteínas, grasas, nada de sangre coagulada; habla de fantasías, temores, deseos que es lo que habita anímicamente.

Freud descubre un continente nuevo, asocia la melancolía a un estado muy conocido por todos nosotros: el estado de duelo. ¿Qué pasa cuando muere alguien amado, cuando pierdes un objeto esencialmente querido? Desaparecen las ganas de vivir, hay un hundimiento, un bajón, se lo ve todo negro, no hay ánimo para vivir y se detiene el tiempo.

Esta fue la idea; no intentar reducir un duelo a un fallo químico cerebral, sería el colmo que alguien que está triste porque se le ha muerto un hijo se le dijera que tiene una tara cerebral. Todos entendemos el estado de duelo como un proceso psicológico. Freud fue el primero que dijo que la depresión es como un duelo. Pero hay muchas diferencias con un duelo, porque en el estado de duelo, de pérdida de un objeto, uno sabe que ha perdido algo, mientras que en el depresivo, éste no sabe qué ha perdido

Por eso hacer un duelo, proceso lento que toma tiempo en recuperar toda aquella energía vital puesta en el objeto y que el objeto se ha llevado y recomponerla hasta que encuentre un nuevo objeto. El duelo se puede elaborar porque se sabe que el objeto se ha perdido, pero en la depresión si no hay objeto ¿Cómo se puede elaborar un duelo? ¿Qué es lo que se ha perdido?

Esa es la gran pregunta y ahí vienen las grandes hipótesis anímicas de Freud, que más allá de verdaderas o falsas, permiten acercarse a lo que pasa en el alma, a sentimientos, fantasías, estados de ánimo, sin recaer en la biología. En su intento de dar cuenta de la melancolía, de la depresión, Freud propondrá unas hipótesis imaginativas extrarodinarias que vinculan la depresión con la culpa, y para explicar la culpa apelará al elemento represivo, censurador, la instancia psíquica vinculada con la Muerte que llamará «Super Yo». Volveremos a esto más adelante, después de darnos un paseo por la asociación de la melancolía con el dios (y por ende con la mitología) y el planeta Saturno (y por tanto con la astrología).

Ya hemos visto que desde que surge la depresión, surge asociada al color negro, a la bilis, a la tierra y al temperamento terrenal definido como frío y seco.

Los 4 elementos, 4 temperamentos no tardaron en asociarse con las 4 cualidades primordiales, esto es muy antiguo; en lugar de hablar de tierra, agua, aire y fuego, se hablo de húmedo, seco, caliente y frío.

Todos los estados se pueden considerar como una gradación entre cuyos extremos está el calor y el frío, entre sequedad y humedad. De esto salen 4 combinaciones:

Caliente y seco asociado al fuego;

Caliente y húmedo asociado al aire;

Frío y húmedo asociado al agua

Frío y seco asociado a la tierra.

La frialdad implica una falta de expresividad, como cuando decimos «que fría es una persona»; estamos diciendo lo opuesto a cálido.

Cálido quiere decir que es expansivo, jovial (viene de Júpiter, joven).

Frío quiere decir callado, poco expresivo, contenido y naturalmente se asocia con la muerte, los muertos están fríos. Una de las cualidades de la vida es precisamente es el aliento y el calor, pero cuando morimos nos enfriamos. El enfriamiento es extremo en la muerte, la muerte puede ser considerada fría, pero también la pérdida de calor la asociamos con el envejecimiento, en la vejez tendemos al frío, se enfría porque disminuye la actividad vital, de ahí que la vejez, la oscuridad, la muerte, la melancolía y la tierra estén todos asociados.

Eje seco – húmedo:

Frío y seco; fijémonos cuando decimos «que persona más seca»; seco quiere decir que no se funde y esto va a ser importante para la consideración de Saturno.

No se funde, un seco mantiene los límites, preserva el límite, no se disuelve el límite y por lo tanto contenido, inexpresivo.

La idea de muerto lleva a la idea de rigor mortis, contenido, congelado, volvemos a la bilis negra coagulada, cristalizada y una negación del principio de fusión, de mezcla, que es lo que permite unirse.

Es así que el temperamento melancólico se asociaría con el solitario; un solitario está retirado, retraído.

Todo esto que viene de la filosofía y de la medicina, inmediatamente se va a llevar a la astrología que es una disciplina mucho más antigua que la filosofía y el pensamiento griego, pero que entra en occidente vía griegos.

Ya los babilonios hablaban de los planetas no como planetas sino como dioses. Los babilonios y los antiguos caldeos también cuando miraban al cielo no veían piedras, se veían dioses. No había separación entre planetas y dioses, es más, lo que se veía brillando en el cielo se consideraba la manifestación de una esfera divina.

Los griegos de todo lo que brilla en el cielo, aparte de Sol y Luna, solo ubicaron una estrella, un planeta, que ellos creían que eran dos. Una estrella que brilla en el horizonte al amanecer y al atardecer que era la única que conocían y además creían que eran dos. En la época de Pitágoras se llegó a saber que era la misma estrella y que hoy llamamos Venus.

No conocían más; los demás planetas llegan a través de Babilonia a Grecia, y Grecia por lo tanto los recibe ya como dioses. Los babilonios sabían de la existencia de Marte, Júpiter y el más lejano de todos y muy difícil de ver y ubicar, que es Saturno. Estos planetas ya vienen investidos con cualidades divinas, es decir que los planetas son dioses y por lo tanto están encaminados en un tema religioso y místico; los planetas son vivientes.

Los griegos al panteón babilónico lo hacen corresponder al panteón griego.

Saturno, el más lejano de todos, el último del sistema solar, el límite y que se llama Saturno a partir de los romanos. Los griegos vieron en él a su antiguo dios Kronos, del que viene la palabra crónico, cronografía, cronometrar y por lo tanto lo que entendemos como sentido del tiempo.

En realidad no era el que determina nuestro sentido de tiempo, sino aquel dios terrible, asociado con un mito bastante impresionante que es el mito de la castración. También en el comienzo de la filosofía griega, se cuenta que había una diosa llamada Gea (tierra) y su hermano llamado Urano (cielo) de ahí uranografía que es el estudio de los fenómenos celestes.

Urano cubría y abrazaba con su manto de estrellas a Gea, así como el cielo abraza a la tierra y de esa unión surgieron hijos; hijos monstruosos que los griegos llamaban Los Gigantes, tan monstruosos que Urano escondía en el interior de la tierra y no dejaba salir; o dicho de otra manera, no dejaba salir del seno de la madre.

Gea, con el tiempo, atormentada de tener que contener a sus propios hijos, incubó un plan que fue ocultar una hoz afilada y trató de persuadir a sus hijos de que cuando Urano estuviera dormido lo castraran, le quitaran el poder. Ninguno de sus hijos se atrevió salvo el menor que se llamaba Kronos, de tal manera que cuando el padre estaba durmiendo Kronos incitado por su madre, coge la hoz y castra a Urano que pierde así el poder.

De los genitales de Urano separados del cuerpo de Urano, caen gotas de sangre a la tierra (a Gea) y de ahí brotan la Erínias más tarde llamadas las Furias.

Pero los genitales caen al mar y del contacto con la espuma del mar nace Afrodita, la diosa de la belleza y el amor.

Destronado Urano, el nuevo Rey, el que mandará es Kronos, llamado por los romanos Saturno. Hablamos de Kronos con todos sus hermanos, pero él se hace cargo, ya que fue el que los liberó, llamados Titanes; es la época de los Titanes.

La castración cíclica, la titanomaquia y el destierro de Kronos al Tártaro: Antes de morir, Urano le pronostica a Kronos que el padecerá su mismo destino y será un día castrado por uno de sus hijos.

De forma que Kronos, casado con su hermana Rea, se encuentra en la misma que el padre, con una diferencia, cada vez que Rea pare, Kronos le pide a Rea que le entregue el recién nacido y se lo come y así se va comiendo a sus hijos, hasta que la historia se repite.

Rea angustiada de ver que sus hijos mueren, cuando nace el menor le da a Kronos una piedra envuelta en pañales. Kronos se traga la piedra y Zeus que es el hijo, es criado a escondidas del padre.

Cuando es mayor nuevamente coge la hoz y junto con su abuela le dan un veneno vomitivo a Kronos y este vomita la piedra y después de la piedra a todos los hijos que se había comido, que como eran dioses eran inmortales, y salen, se alían con Zeus (el jovencito), se rebelan y comienza una guerra «la titanomaquia» que dura mucho tiempo, entre Kronos y sus hermanos y Zeus y sus hermanos.

Esta batalla finalmente la gana Zeus y Kronos que había regido sobre el cielo y la tierra es encadenado en las profundidades del Tártaro, del abismo, del sub-mundo, a donde permanece encadenado.

Así que Kronos pasa de ser el señor de todo lo que existe a ser el exiliado, el encadenado, el escondido en la profundidad de la tierra. Un dios que pasa de lo más alto a lo más bajo, del poder al exilio y al que curiosamente se le ha asociado que cuando él reinaba era una época de oro sobre la tierra.

La Edad de Oro se caracterizaba míticamente porque los humanos de entonces no tenían que trabajar, no envejecían, vivían en estado de inocencia y plenitud, la tierra regalaba sus frutos, no se conocía enfermedad alguna y la muerte llegaba simplemente como un sueño.

La época en que gobernaba Kronos fue la época en que se hicieron leyes, se construyeron ciudades, regía la justicia y la bondad.

Una vez que triunfa Zeus cambia la historia de la humanidad y nace una raza menos desarrollada y comienza el deterioro de la humanidad.

¿Qué era sino un sueño de aquella época en que Kronos era el que mandaba y se vivía en una pureza, ingenuidad, abandono, casi identificado con la naturaleza?

Hay algunas leyendas que dicen que finalmente Kronos es liberado del Tártaro y finalmente se dedica a gobernar en las Islas Afortunadas, donde ahí ha vuelto a reinar la Edad de Oro.

Kronos no tarda en asociarse con Chronos que si era el señor del Tiempo, el que lleva el reloj, el anciano de larga barba. Kronos y Chronos forman una unidad por la cual el hijo de Urano, el Titán, el padre de todos los olímpicos, pasa a ser identificado con el otro Chronos que es el señor del tiempo y de la siembra y la simiente y la siega.

Chronos era un dios de la siembra, del tiempo que tardan las semillas en madurar. Los dos, Kronos y Chronos, se unen míticamente y pasan a Roma ya unidos y en Roma se llama, en lugar de Kronos, Saturno y pasa también a ocupar el puesto de una deidad también de la siembra, con la cual surge la ambigüedad de que la hoz por un lado simboliza la arma por la cual se castró, se acabó con el orden antiguo, pero también el arma con la cual se siega y se siembra, relacionada con las tareas agrícolas.

Más tarde se asociará la hoz con el final de la vida y con la Parca, la imagen del esqueleto llevando la hoz (transformada también en una guadaña, que aparece con frecuencia en la iconografía posterior del «padre Tiempo») es una imagen posterior, medieval, también asociada al reino de Saturno.

Saturno, el límite del sistema solar y la regularidad de su órbita: Este mito y este planeta fueron identificados por muchas razones; una de ellas es que es el más lejano de todos y por lo tanto el más estable de todos.

Todos los planetas se ven en sus ciclos más o menos irregulares, salvo dos (el Sol y Saturno). Saturno es regular, tan regular que su ciclo además es el más lento de todos los ciclos (casi 30 años en dar la vuelta al zodiaco), marca una generación. Por lo tanto Saturno, el que custodia la estabilidad, más allá del cual está el reino de las estrellas fijas, el reino que más tarde se va a asociar a Uranos.

Saturno será el límite entre nuestro sistema, el mundo conocido y el abismo de lo desconocido.

¿Cómo Saturno pasa a ser asociado con la melancolía? Saturno, por aquella historia dramática de comerse a sus hijos, y que luego le quitan el poder, se empieza a asociar así con el exilio, la pobreza, la vejez, la depresión y su color; el negro. Siendo el planeta negro, el más oscuro de todos los planetas, siendo el señor de lo temporal (que está de la eternidad para este lado inmediatamente) la asociación con la melancolía ha sido continua a través de la historia, de tal manera que a partir del siglo IX no hay reflexión sobre la melancolía que no se asocie con el dios Saturno.

Cuando en astrología uno se pone a estudiar a Saturno, te das cuenta que de Saturno se han dicho tantas contradicciones como se han dicho de la melancolía. Tanto el Saturno mítico como el planetario han sido considerados por un color más bien negativo, descrito por los atributos más antitéticos.

Por ejemplo astrólogos árabes fundamentales que trajeron luego la astrología a occidente dicen así:

En cuanto a Saturno su naturaleza es fría, seca, amarga, negra, oscura, violenta y áspera, a veces también es frío, húmedo, pesado y hondo. Come mucho y es sincero en la amistad, preside la ganadería y la agricultura, los propietarios de tierras, obras de construcción en haciendas, la medición de las cosas, la división de las haciendas, tierras y propiedad. La avaricia, la indigencia, los domicilios, los viajes por el extranjero, las estancias largas por el extranjero, los viajes lejanos y malos, la ceguera, la corrupción, el odio, la astucia, el fraude, la deslealtad, el retiro al interior de uno mismo, la soledad y la insociabilidad, la ostentación, el afán de poder, el orgullo, a aquellos que esclavizan a los hombres y mandan, así como todas las acciones de maltrato, fuerza, tiranía e ira, la esclavitud, el encarcelamiento, el secuestro, el cautiverio, la cautela, la reflexión, el entendimiento, la meditación, el mucho pensar, la aversión al habla y a los ancianos, la persistencia en un rumbo.

Rige también a los ancianos y a las personas exigentes, los reveses de fortuna, los accesos de tristeza, la confusión, la vida penosa, los apuros, las pérdidas, las muertes, las herencias, los actos fúnebres, la orfandad, las cosas viejas, abuelos, padres, hermanos mayores, los ladrones, sepultureros, la magia, los rebeldes, los ladrones, curtidores, las gentes que cuentan cosas y la gente de baja cuna, los eunucos, el largo reflexionar y poco hablar, los secretos y es así que nadie sabe lo que hay en él, ni él lo muestra aunque conoce toda atracción que sea oscura, rige la autodestrucción.

Otro texto:

Es malo, masculino por el día, seco, melancólico, rige la ancianidad, los hermanos mayores, los ancestros, la sinceridad en el habla y el amor, la ausencia de impulsos, la experiencia de las cosas, el guardar un secreto y ocultarlo, el mucho comer, el silencio, los negocios meditados, la facultad de distinguir, las cosas duraderas y permanentes como la tierra, la ganadería, la agricultura. La administración del trabajo, la fatiga, el orgullo, los siervos, los servidores, los pueblos débiles, los esclavos, los preocupados, los pesados, los muertos, los magos, los demonios, la gente de mala fama, etc.

Todo esto cuando su apariencia es buena, pero cuando es maligno!:

Rige el odio, la obstinación, la preocupación, la afición a la lamentación y el llanto, la mala opinión, las sospechas entre los hombres, rige la confusión, temeroso, rige las ganancias avarientas, las cosas viejas e imposibles, la larga ausencia, la gran pobreza, la avaricia, la preferencia por la soledad, el duelo, la vestimenta negra, de los días el sábado, la pertenencia al hierro, los remedios, el roble, las letrinas, los sacos y las telas viejas y vastas, la corteza de las maderas y todo lo que es negro y las cabras, asnos, perros, cuervos, todos los animales negros, etc.

Ya ven que todo es muy contradictorio, porque por un lado habla de la sinceridad en el habla, la lealtad en los afectos, pero luego de la persona torcida, mete líos. Fiel en el amor, de mucho entendimiento, pero luego aparece lento, ladrón, etc.; son rasgos contradictorios. Es el que rige el habla y el conocimiento y también a los silenciosos y los torpes.

En realidad tanto para Saturno como para la melancolía, la cualidad propia de este dios que por un lado es el padre de todos, pero a la vez el que los devoró a todos, el Rey poderoso pero también el exiliado, el que instauró la edad de oro, el constructor de ciudades, pero también el sepulturero, el que rige la muerte, el encadenado.

Como se dan cuenta en la imagen de Saturno tanto en el dios como el planeta, como la melancolía, están llenas de contradicciones, tan llena de contradicciones que el mejor estudio sobre el tema.

Toda una referencia es «Saturno y la melancolía» de Klibanski, Panofsky y Saxl, que es la historia de Saturno en la astrología, la iconografía, la mitología, la religión, en la filosofía, en el renacimiento.

El libro en la segunda parte dedicada a Saturno, llega a decir:

Desde el comienzo, la idea del dios Kronos, divinidad que al parecer era venerada en la Grecia clásica y de cuyo carácter original no sabemos prácticamente nada, desde el comienzo se distinguió por una marcada contradicción interna y este es el rasgo más característico de Saturno; su marcada contradicción interna y su notable ambivalencia. Es verdad, que también los demás dioses griegos aparecen la mayoría con un aspecto dual, en el sentido que a la vez castigan y bendice. Pero Kronos y esto es específico de él es dual no solo en cuanto a su efecto respecto al mundo exterior, sino también en cuanto a su propio destino, su destino personal por así decirlo, y este dualismo tan marcado que bien se puede afirmar que Kronos es el dios de los contrarios.

Los epítetos homéricos por ejemplo y repetido por Hesiodo definen a Kronos por un lado como el grande (padre de Zeus y Hades), pero por el otro lado de torcido consejo. Por un lado el Dios benigno de la agricultura cuya fiesta de recolección celebraban juntos los hombre libres y los esclavos, fiestas llamadas Saturnalias que ocurrían en Diciembre y que más tarde fueron reemplazadas en el cristianismo por la navidad, fiestas que duraban varios días, donde los amos servían a los siervos, los siervos se vestían con las ropas de los amos. Era una fiesta antepasada del carnaval, se hacían regalos, había alegría y desenfreno, se invertían los roles, volvía la edad de oro y a la estatua de Saturno en el templo de Saturno en Roma que siempre estaba encadenada, se le soltaban las cadenas y volvía la edad de oro, también era un anticipo de lo que más tarde se transforma en carnaval. Las fiestas Saturnales eran del 17 de diciembre al final de diciembre, la época del fin del invierno y que más tarde el cristianismo utilizará para usar en las mismas fechas una celebración de intercambio de regalos y demás, para celebrar el nacimiento de Cristo.

Sigue el texto:

Por una parte del dios benigno de la agricultura, cuya fiesta celebraban juntos siervos y amos, el señor de la edad de oro en que los hombres tenían abundancia de todas las cosas, el señor de las Islas Bienaventuradas, y el inventor de la agricultura y de la edificación de ciudades. Pero por otra parte era un dios triste, destronado y solitario, que habitaba (cita a Homero) en el último confín de la tierra y el mar, o como también dice Homero; desterrado bajo la tierra y los abismos, era el señor de los dioses del subsuelo, vivía como prisionero cautivo en el Tártaro aún más abajo de él y más tarde sería el señor de la muerte y de los muertos.

Por una parte era el padre de los dioses griegos y por otra el devorador de niños, comedor de carne cruda, consumidor de todo, que se comió a todos los dioses y que exigía sacrificios humanos a los bárbaros, castró a su padre Urano con la misma hoz con la que el sería castrado por su hijo, e hizo infecundo al creador de todas las cosas. Una hoz que por un lado es instrumento castrador y por otro medio recolector de frutos.

La equiparación de Kronos con Saturno, el dios romano, confirmó esta contradicción latente; la fusión del dios griego con el romano determinó un aumento quizás de rasgos positivos, ya que el dios romano era el que nos daba los granos, aseguraba la cosecha y estaba casado con la diosa de la abundancia. De todas formas no disminuyen todos los rasgos negativos.

Los rasgos positivos que se añaden en Roma: guardián de las riquezas, supervisor del sistema de cuenta por pesos y medidas.

Rasgos negativos: fugitivo, perseguido y se tuvo que ocultar en el Lacio que es una región de Italia central en la que estuvo fugitivo y que en latín se escribe Latius, palabra de la cual deriva «latino» así como «latente», que quiere decir oculto (las pulsiones latentes, los motivos latentes). Tiene que ver con el periodo en que Saturno estuvo escondido en el Lacio.

Los rasgos negativos no se pueden separar de los positivos, los dos pertenecen a una sola imagen: No se tratará de negar ninguno de estos rasgos (ni negativo, ni positivo) sino de ver como todos estos rasgos forman parte de una sola imagen, en la cual no hay aspectos buenos que se puedan separar de los malos, ni aspectos malos que se puedan separar de los buenos, sino que los unos requieren simultáneamente a los otros.

Ahora vamos a dar datos interesantes más allá de los ya tradicionales, son peculiares y significativos, y van a ser importantes para elaborar una idea diversa de Saturno y la melancolía:

1er. dato interesante respecto a Saturno y los héroes: En el siglo I d.C. hubo un gran historiador llamado Aulo Gelio que escribió las famosas «noches áticas».

En lasNoches Áticas (libro 18, capítulo 7, párrafo 4), comenta irónicamente al descubrir los rasgos de la melancolía patológica en las grandes figuras de los héroes malditos de toda la mitología griega, a quienes una deidad insultada había castigado con la locura (como a Hércules, Belerofonte, Edipo, etc.).

O sea en la mitología griega y en las grandes tragedias griegas, con mucha frecuencia grandes héroes acaban deprimidos o caen en locura, al punto que Aulo Gelio comenta literalmente y con ironía:

…La melancolía ha pasado a ser una enfermedad de héroes…

Así asociada con los mitos, la disposición melancólica comenzó a ser vista en cierto grado como heroica.

¿Qué relación habrá entre el héroe y la melancolía o la depresión?

2º) dato ; La astrología Babilónica que es la que les aporta la noción de los planetas a los griegos, identificaba a Saturno como el extraño dios Ninib de quien poco más se sabe que a veces se le consideraba el representante nocturno del Sol (dato importante) y por lo tanto pasaba por ser a despecho de Marduk (que luego será Júpiter, el planeta más grande), a pesar de eso Ninib, el aspecto nocturno del sol pasaba a ser el más poderoso de todos los planetas.

Saturno, o más exactamente su planeta, era conocido en Mesopotamia con el nombre de El fijo, el sólido, el constante. Si al astro se le consideraba constante era al parecer porque el planeta mostraba menos anomalía y cambios que los demás. De ahí que se lo equiparase con el Sol, e incluso se le diera el nombre de éste, llamándose Kayaman (quiere decir fijo, constante) estrella de la justicia, del derecho.

3º) dato : Marco Manilio (romano), Siglo I d.C., que escribió un maravilloso libro poético «Astronomica» y es una de las primeras reflexiones astrológicas importantes en occidente, dice lo siguiente:

…Saturno ejerce sus poderes en el extremo opuesto de este mundo…

Es decir si uno ve la tierra y el círculo por el cual se mueven los planetas, lo que está por encima del horizonte y lo que está por debajo de la tierra, el meridiano es la raya que separa el punto más alto que es donde está el sol a mediodía. Era el caso del Demón Meridianus que mencionamos al hablar de la acedia; el opuesto al Medio Cielo o Meridiano, era considerado el fundamento, la base del universo, la base y parte más baja del cielo llamada Imum Coeli o Fondo del Cielo.

Manilio coloca a Saturno en el Fondo del Cielo y como resultado de ello Saturno veía el mundo desde la perspectiva contraria, desde el punto de mira esencialmente hostil, porque lo ve todo desde abajo. Es la mira contraria a como ve el sol a medio día, o sea desde arriba, pero ver la vida y el mundo desde el punto de más abajo es verla del revés. Saturno ve el mundo desde la perspectiva contraria, es decir un punto de mira esencialmente hostil y así como su propio destino mítico había estado determinado por su paternidad, ahora como potencia planetaria tenía en su mano la suerte de todos los padres.

4ª) dato: Vettius Valens, escritor del siglo II, llama a Saturno «el astro de Némesis», que es la divinidad griega que se traduce como la justa venganza. Némesis es la ley por la cual aquel que ha transgredido o transpasado los límites de su propia situación, como el borracho, el ebrio, el sediento de poder, que en Grecia es lo que desencadena la tragedia.

La tragedia es cuando un ser humano se otorga proporciones y atributos propios de un dios, se sale así de sus límites, e incluso cuando un dios se sale de sus límites, como en la historia de Faetón, el hijo de Apolo, que quiso conducir el carro y no estaba preparado y casi quema la tierra y por lo tanto tuvo que ser castigado. Ese castigo a la desmesura, desmesura que se llama Hybris en griego (de allí viene la expresión «ebrio», «ebriedad»), quedaba a cargo de a una divinidad vengadora llamada Némesis, encargada de poner las cosas en su sitio.

Es curioso que se le haya llamado ya en el S. II a Saturno el astro de Némesis. Esto luego pasará a la astrología y se hablará de Saturno señor del Karma, con una idea de karma algo parecida a la idea de Karma que viene de oriente, pero muy parecida a la idea griega de Némesis: cuando ha habido desmesura poner las cosas en su sitio, por lo tanto los límites como recuperación del orden.

5º) dato: Saturno como han visto ha tenido muy mala prensa y mala fama, con contradicciones, pero siempre en relación con la muerte, la melancolía, señor del duelo, del dolor, del negro, de la tristeza, de la gravedad, del peso, de la pesantez, de la lentitud. Todos estos rasgos también se usan en astrología. Así un paso de Saturno se asocia con que habrá dificultades, habrá lentitud, las cosas se detendrán, habrá responsabilidad, habrá peso, habrá Karma, habrá dolor, puede haber muerte y finales.

O sea todavía en la astrología oficial, con la que no siempre comulgo, se sigue atribuyendo a Saturno el Señor de todas las desgracias, en forma de límites, lentitud, dificultad, encierro, contracción, no te deja ir afuera, te obliga a profundizar, aisla, ocasiona responsabilidades, obliga a tener que acabar con la diversión y la alegría. Todos estos rasgos que todavía usan astrólogos vienen de toda esta tradición negativa de Saturno.

Sin embargo hay que hace notar que hay una tradición cultural muy importante que va a ser la que resucita Marsilio Ficino en el siglo XV, en Italia, Florencia, en pleno Renacimiento, totalmente antagónica a la visión astrológica y mítica: Saturno limitación, peso, carga, Némesis, etc. Había una tradición muy importante, más filosófica que astrológica que hacía de Saturno necesariamente un planeta y por lo tanto un Dios altamente importante y en absoluto negativo, sino que incluso lo colocaba en una posición de privilegio.

Esta visión es el Neoplatonismo cuyo fundador «oficial» fue Plotino en los primeros siglos de nuestra era, cuando elaboró una tradición que se extendió hasta la Edad Media y fue resucitada con gran auge en el siglo XV por Marsilio Ficino.

Los Neoplatónicos expresan la idea de Alma del Mundo, parten de la idea de que todo lo que hay aquí pertenece a un plano de realidad (este también es un plano de realidad), pero que es la emanación de un plano más profundo, el cual a su vez es la emanación de un plano más profundo, el cual a su vez es la emanación… es una contínua emanación de la unidad o de Dios.

Por lo tanto la realidad tiene múltiples planos de manifestación que son emanaciones a partir de la unidad. En el plano visible, el plano que vemos que es el más exterior de todos, se encarna con vestidura de cuerpo, vestidura material, se encarna el Alma del Mundo, de tal manera que todo lo que llamamos hechos, realidad física, realidad, cosa, acontecimiento externo, es la forma en que se presenta encarnado un proceso interior.

Detrás del cuerpo del mundo que viste a las cosas de particularidad, se está manifestando el Alma del Mundo y por supuesto las almas de cada uno de nosotros. La vida anímica forma parte de esa gran dimensión Alma del Mundo, igual que nuestro cuerpo forma parte de la materia del mundo. ¿Cuándo nos morimos que pasa con nuestro cuerpo? Se vuelve a la naturaleza, se disuelve en elementos materiales y ¿Qué pasa con nuestra alma? Se funde con lo que siempre perteneció que es la dimensión del alma del mundo.

Los planetas visibles, son los cuerpos que manifiestan o son los mediadores entre el espíritu de Dios, el alma de Dios y el mundo.

Los planos para el Neoplatonismo (espíritu y alma) son antes que nada el Intelecto, el Nous, que se puede traducir como el divino entendimiento y este Nous, que no es nada personal, irradia al Alma (Psiché) que es puro dinamismo y vida, la cual finalmente se manifiesta en la Materia (Hylé).

Los planetas por lo tanto son los representantes visibles de las jerarquías presentes en el alma del mundo; los planetas no pueden ser malos, todos los planetas son manifestaciones divinas y el mismo orden de los planetas es orden jerárquico de divinidad.

El Sueño de Escipión: En un libro de Marco Tulio Cicerón se narra el sueño de Escipión, en el que el futuro emperador romano ve en sueños acercarse el alma de sus antepasados y testimonia una visión del mundo en el cual ve como antes de aparecer aquí y después de vivir aquí, el alma viene de una región purísima más allá de todas las esferas planetarias que circunscriben a la tierra y son los planetas, está el mundo de las estrellas fijas, pura radiación divina, país del alma y el alma llega a la tierra atravesando cada una de estas esferas planetarias, en cada una de las cuales va aprendiendo una dimensión de la vida hasta aparecer aquí cuando se vive en la tierra, cuando se vive en cuerpo.

El alma hace un viaje para llegar y al morir hace un viaje de regreso atravesando otra vez cada una de las esferas.

Para los Neoplatónicos y para toda la humanidad hasta la invención del telescopio, la última esfera que separa el mundo conocido del mundo eterno y fijo de las estrellas era Saturno. Por lo tanto Saturno representa entre las demás esferas planetarias a aquel que está ya al borde de la dimensión más pura del intelecto divino y de Saturno para aquí es la progresiva encarnación en la manifestación del alma del mundo. Por lo tanto Saturno no solo no podía ser malo, sino que era el más cercano a la perfección de todos los planetas.

Grandes Neoplatónicos asocian el poder de los astros con la capacidad física y mental del individuo, manteniendo que la facultad más alta del alma humana que es el entendimiento en el alma, pertenece al entendimiento divino llamado Nous (en griego se puede traducir como mente, intelecto o espíritu). La facultad más alta del alma humana, el Nous, corresponde a Saturno, o se origina en la esfera de Saturno, de ahí que se llegó a decir que Kronos en realidad surgía de la unión de dos palabras griegas: Koros que quiere decir plenitud y Nous. O sea plenitud de entendimiento, plenitud de sabiduría, plenitud de intelecto desapasionado que contempla la eternidad.

La asociación de Saturno con Satur, saturar, saciar: En latín también ocurre porque Saturno puede asociarse con Satur- nous, de ahí viene saciar, saturar (estoy saturado, un color muy saturado que es muy lleno) y de ahí que Saturno podría decir plenitud. Y de ahí plenitud (satur)- de Nous, de sabiduría divina, de entendimiento. Esto es mencionado por San Agustín en su Civitas Dei o «La ciudad de Dios», que no constituye en absoluto una justificación de la astrología, sino más bien una feroz crítica a ella y a la visión neoplatónica de los cielos

Claro que el entendimiento y la vida del cuerpo pueden ser muy diferentes, claro que vivir tomando como reales las apariencias de las cosas puede ser lo más ajeno al divino entendimiento, porque el entendimiento en el alma, para los Neoplatónicos, es aquello que en nosotros capta intuitivamente los principios esenciales y arquetípicos de las cosas, los archai, las raíces celestiales, los modelos originales porque son el origen y lo originario.

Por lo tanto a medida que el alma desciende y se va haciendo más concreta nos vamos alejando del reino de los arquetipos y nos vamos instalando en el reino de los simulacros. Este es el mundo apariencial, es real lo que me encuentro solo como un recordatorio de un plano de realidad que solo el entendimiento en sí puede conocer ¿Y si ese entendimiento en lugar de invitarme a ir hacia afuera me invita a ascender? El camino de la sabiduría, que es el camino de la filosofía, que es el camino de la contemplación, se aleja por lo tanto del camino de la acción, involucración con las situaciones externas, en la dirección de la comprensión de los divinos arquetipos de todas las cosas. La conexión con el origen esencial de todas las cosas y por lo tanto con el retorno a Dios.

Desde esta perspectiva, Saturno está justamente en contacto con aquella eternidad increada, aquello que más tarde se llamará el Unus Mundus, el mundo arquetípico de los cabalistas, lo que más tarde Corbin llamará la Tierra Celestial, que no es la tierra terrenal, aquella dimensión en que todo es lo que realmente es, de la cual aquí vivimos añorando a través de sus múltiples cosas engañosas que nos obligan a vivir solo para tentarnos de regresar al origen de todas las cosas.

Esta visión Neoplatónica no puede encajar con un Saturno que sea fuente del mal y de la limitación. Es típico de la mentalidad platónica y neoplatónica que si las causas son los arquetipos, los arquetipos son divinos, eternos e increados, todo lo que llamamos dolor, limitación, sufrimiento, no puede ser nunca proveniente de la causa, sino proveniente de su recipiente que es la materia.

Saturno puede ser por lo tanto el agente que representa el intelecto divino que en nosotros aspira a la contemplación eterna, y el dolor no puede venir de Saturno, sino de como nosotros estamos habitando un mundo aparente y material y recibimos este don.

Siempre la limitación proviene del continente material, pero nunca del origen celestial.

La visión de la llamada astrología psicológica: De ahí otra idea que también pasa a la astrológica, con la cual no estoy muy de acuerdo, que es decir lo malo no es Saturno, sino como tú te lo montas con Saturno, entonces si tú lo encajas bien es bueno y el dolor viene de que tú no lo encajas bien. Esta es una visión moderna y psicológica de la astrología (Liz Greene), porque antes de ella siempre aparece el tema de las vidas pasadas, la concepción teológica de la culpa original, el pecado, lo que hay que pagar, Némesis, Karma, la consecuencia, de errores, etc. Ya los más psicológicos (y hay que agradecer la perspectiva de Jung) han ido tratando de rescatar la visión Neoplatónica, es decir, nunca un planeta puede ser malo, el mal no puede estar ahí, pero si nosotros vivimos la limitación es porque nuestra manera de recibir el don no es adecuada.

Saturno como la esfera más cercana a la raíz arquetipal original, donde aun no hay tiempo: Por lo tanto la visión Neoplatónica, totalmente opuesta a la visión astrológica de un planeta causa del mal y del dolor, hace de Saturno la más alta esfera planetaria que está directamente vinculada con el mundo arquetípico en el cual estaría la Edad de Oro, aquel mundo vinculado al estado original de la humanidad. No original de el comienzo en el tiempo, sino original porque está más cerca de la raíz arquetípica de todas las cosas. Lo original no está en el tiempo. Con el tiempo comienza la simulación, la emulación, la repetición, la copia de aquello que en el original está más allá del tiempo.

Saturno por un lado rige todo lo que ocurre en el tiempo, pero en eterna contemplación de aquel mundo único, arquetipal donde no hay cambio, donde no hay acontecer, donde no hay siquiera el tiempo.

Esta visión Neoplatónica no predominó mucho tiempo en occidente; en occidente se perdió al platonismo, incluso se perdió a Platón, se perdió la filosofía con la caída del Imperio Romano, y lo que quedó fueron traducciones y comentarios a obras de Aristóteles que formaron la matriz cultural de occidente, sobre la cuál el cristianismo construyó sus grandes dogmas, grandes movimientos de pensamiento (Santo Tomás) que era la filosofía aristotélica, en la cuál el alma no es ni más ni menos que la forma del cuerpo y por lo tanto el alma no puede existir, sino como lo que conforma y da sentido al cuerpo.

El aristotelismo por lo tanto pone en cuestión la eternidad del alma, la independencia del alma respecto al cuerpo y las ideas platónicas donde el cuerpo es la última manifestación, la última concreción, la última floración.

Metáfora sobre la relación alma cuerpo: como el perfume de una flor, no es la flor pero es lo que la flor da. Sin la flor no habrá perfume, sin alma no puede haber cuerpo, pero el cuerpo si depende del alma y el alma en cambio puede retirarse sin necesidad de entrar en el cuerpo.

MARSILIO FICINO Y EL RENACIMIENTO

El platonismo regresa a occidente después de siglos de desaparición de la mano de Marsilio Ficino, florentino, nacido en 1433, muerto en 1499 (inmediatamente después del descubrimiento de América), en una época de transición muy importante en Florencia, donde se vuelve a traducir las obras perdidas por occidente, no solo las obras de Platón, sino también el Corpus Hermeticum, obras de magia, de sabiduría helenística que regresan a occidente y que Ficino cree que es el verdadero fundamento que puede permitir unir conocimiento, sabiduría y fe.

Para Ficino la separación entre el hombre religioso y el hombre sabio es insostenible. Los sacerdotes católicos, los curas, tan lejanos de toda sabiduría, hombres de fe pero no de conocimiento, los sabios tan alejados de toda fe.

Esto es lo que Ficino trata de mostrar; que no puede haber fe sin sabiduría, ni sabiduría sin fe, ya que son el mismo camino. Para ello, la base del conocimiento tiene que ser Platón, lo que él llama Platón. En Platón hay una unión de conocimiento, amor y experiencia religiosa.

Ficino es el primer pensador en la historia de occidente, a partir de Platón, que pone al alma en el centro de toda explicación. El tema de Ficino es el alma y a través del alma el mundo, a través del alma las relaciones, la naturaleza, dios, etc., pero ante todo el alma.

Una de sus declaraciones dice así:

El alma es el mayor de todos los milagros, todas las otras cosas aparte de Dios son siempre un solo ser, pero el alma es todas las cosas juntas, por lo tanto puede adecuadamente ser llamada el centro de la naturaleza, el medio de todas las cosas, el rostro de todo, el lazo y la unión del universo. (Teología Platónica)

Nada es para Ficino, sino es a través del alma y por lo tanto todo se lee a través de la resonancia en el alma.

Ficino y la astrología como modo de poner de acuerdo nuestra vida con la vida celestial:

Aparte de esto, que es la característica de su pensamiento, Ficino era un auténtico saturnino, conocía la astrología evidentemente, la practicaba. Hijo de médico, también era médico, era filósofo, músico, mago, poeta y naturalmente era astrólogo.

No astrólogo de profesión, pero conocía la astrología. Negaba la astrología predictiva, fatalista, porque el ve en la astrología un lenguaje del alma. La astrología no es para predecir, sino que la astrología es la manera en que el ser humano puede reajustar, volver a sintonizar su alma con el cielo.

Toda la aspiración de Ficino es ponernos de acuerdo, poner de acuerdo nuestra vida con la vida celestial y esto se hace armonizando con los planetas, que son los antiguos dioses.

Ficino era sacerdote católico pero fue seriamente vigilado por los ojos de la Inquisición, porque parecía proponer un regreso del politeísmo. Hablaba de Venus, de Mercurio, de Saturno realmente como Daimones, como dioses, como agentes. Todo el tiempo insistiendo en que solo hay un Dios, pero que se expresa a través de estos «dioses».

Una visión como la de Ficino del alma con todas sus potencias es una visión que nos acerca a reconocer muchas demandas, puntos de vista, todos los cuales pueden ser armonizados en el alma y de la misma manera que hay una música celestial donde cada esfera planetaria tiene su propio canto y todos los cantos juntos forman una armonía completa, el ser humano puede en su alma armonizar todos los planetas, porque el cielo exterior está en el propio interior y si armoniza el cielo interior con el cielo exterior, de la misma manera en que se ajustan dos instrumentos de música, podemos llegar a vivir en la tierra de acuerdo con los cielos.

Ficino no solo elabora teorías filosóficas y/o teológicas, sino que no tiene miedo a la práctica, construye así amuletos, fabrica medicamentos, era un gran curador, canta loas y hace invocaciones planetarias. Fue considerado por Cosme de Medici, su patrono, como Orfeo vuelto a la vida, Orfeo redivivo, y tal como Orfeo que descendió al submundo para traer a Eurídice, Ficino descendió al mundo olvidado para traer de nuevo al alma y la doctrina Hermética con su antigua sabiduría. Fue el gran pensador del alma y diría yo que fue el primer psicólogo arquetipal de la historia.

Marsilio Ficino era un gran melancólico, y de hecho nació con ascendente Acuario, signo de Saturno, con Saturno en Acuario en el Ascendente y conjunto a Marte. Fue un hombre enfermo, con una salud muy precaria, que de todas maneras llegó a vivir 66 años, pero casi a punto de perder la vista; era un hombre que padecía depresiones muy intensas, pero que era querido por todos; lo consultaban los reyes, los filósofos, políticos, los papas, y a su vez fundó con el auspicio de Cosme de Medici la Academia Platónica de Florencia, la cual era un renacimiento de una manera de entender la vida, donde se conversaba de filosofía y se hacían cánticos, entendiendo que el canto era una manera de sintonizar el alma con la música de las esferas y entrar en conexión con la armonía celeste que, según se daba por cierto, era la base de toda relación y armonía tanto en el mundo de abajo como en el mundo de arriba así como entre estos mundos.

Para Ficino la separación entre el alma y el cuerpo es relativa, no son lo mismo, pero están unidos por un plano que él llama espíritu (spiritus) que se parece mucho a lo que muchos suelen llamar el cuerpo astral.

Entre el alma y el cuerpo hay un medio, vinculado con el espíritu del mundo, por el cual lo externo y lo interno se permean contínuamente. También hoy podríamos llamar Imaginación al spiritus, ya que es la imaginación lo que permite al alma volverse cuerpo y al cuerpo volverse alma, es a través de este ámbito imaginativo que toda circunstancia externa revela su rostro divino y que todo encuentro con lo divino se manifiesta en circunstancia externa.

Ficino por lo tanto es un sanador que se ocupa de sanar al cuerpo sanando al alma y de sanar al alma sanando al cuerpo; ¿Cómo? A través de la imaginación.

Él ve en todas las cosas del cuerpo, del mundo literal, del mundo de hechos, de las cosas, del mundo múltiple, ve que los distintos seres están agrupados porque reciben cualidades de ese plano astral que los unifica.

Él ve en el Sol por ejemplo a Apolo, dios de la música, Apolo con su lira canta, Apolo alude al corazón en nosotros, la sede de la imaginación. Hay objetos y circunstancias apolíneas; el oro por ejemplo en los metales, tiene cualidades de Apolo y por lo tanto el oro llevado a la imaginación despierta en nosotros la vibración acorde con la imaginación y con el Sol.

Ficino trabaja amuletos, pero con la conciencia de que el amuleto en sí es menos que la intención, el deseo y el esfuerzo imaginativo de ir reuniendo los elementos que por cualidades planetarias nos colocarán bajo la armonía, la vibración del dios que convoca todas estas manifestaciones.

Ahora bien, Ficino era un melancólico y en una de sus cartas dice así:

…Acuso una cierta disposición melancólica, una cosa que me parece muy amarga, que a menos que habiendo sido suavizada, se pueda en alguna medida endulzar por el uso frecuente de la lira…

Recuerden que la lira no es solo música audible, ya que el poder de la música no solo está en la vibración sonora, sino en el estado de ánimo y las proporciones que hay entre las cuerdas despiertan las proporciones anímicas y ponen al alma por lo tanto en contacto directo con los dioses planetarios.

La música es fundamental en Ficino, porque la música es, como buen platónico, número, medida y armonía. Al fin y al cabo en la música lo más abstracto que son relaciones numéricas, se ha vuelto lo más sensible y detrás de un sonido perceptible vibran números y vibran relaciones numéricas. La música por lo tanto resuena en el spiritus, en la imaginación, suscitando la armonía, así como en la cuerda de un laúd convoca a otro laúd a vibrar a la misma nota, un sonido despierta en la imaginación un sonido afín.

…Saturno parece haber dejado en mí el sello de la melancolía desde el comienzo. Estando como está en medio de mi ascendente acuario…

Conjunto a Marte y con la Luna en Capricornio signo de Saturno. Saturno tradicionalmente tiene dos signos; el de tierra, seco y frío Capricornio y el de Aire conectado con el entendimiento y la abstracción de Acuario.

…Me impulsas a que cante otro himno de encantamiento a Saturno, pero ¿qué puedo hacer? Trataré de buscar un cambio o más bien debería decir: si deseas trataré de decir que la naturaleza de este dolor no viene de Saturno o si fuera necesario que provenga de Saturno entonces, de acuerdo con Aristóteles diré que esta naturaleza (melancólica) es en sí mismo un don único…

El don de Saturno como cara de la misma moneda de la melancolía: Ficino es el primero que acoge plenamente en su pensamiento la tensión, la dualidad, la contradicción inherente en la imagen de Saturno.

Saturno es dolor, es tristeza, es un temperamento que a veces se retira en la negrura, pero Saturno y la melancolía también es un don. No pretende negar uno, no pretende decir que Saturno es solo bueno y nosotros lo hacemos mal. No, Saturno es doloroso y el dolor formará parte de la vida, pero junto con este dolor abre las puertas a la sabiduría; no hay sabiduría sin dolor, no hay dolor sin sabiduría.

Esta unión, el coger esta tensión entre estas dos dimensiones de Saturno, la máxima limitación y sin embargo la mayor profundidad, donde lo uno y lo otro van a la par, hizo no solo recuperar la idea aristotélica de que los genios son melancólicos, sino que vinculará la melancolía con el furor platónico.

El genio desgarrado al mismo tiempo por la tristeza y la exaltación de la visión de lo divino: Fue el primero que asoció la manía platónica, el impulso erótico que desciende sobre el adivino, el amante, el sabio y el inspirado, con la melancolía.

El melancólico puede pasar por lo tanto por los peores abismos y también por las más grandes alturas y abstracciones. Así Ficino forma la idea que luego corre por toda Europa hasta ahora, de el genio como aquel ser contradictorio que por un lado está desgarrado entre la tristeza y la amargura y por el otro lado exaltado hasta la visión de lo divino.

Ficino no solo escribió reflexiones, sino que al final de su vida, su última obra, obra cumbre de tres volúmenes llamado «Tres libros sobre la vida» o «De Vita» (o también «De Vita Triplice») acerca de la vida, dedicados íntegramente a la melancolía. Un libro escrito para el tratamiento de los melancólicos, siendo él un gran melancólico, él recoge una idea que ya viene de la antigüedad, que dice que la melancolía a veces se produce del mucho estudio, la mucha concentración, el excesivo esfuerzo de la mente hace que coagule la bilis negra y que el estudioso, el hombre de conocimiento se vuelva depresivo y triste.

Sus tres libros van dedicados a tratar a la melancolía en tres estados distintos: primero como un médico que era, tratamientos físicos como los entiende Ficino, o sea dietas, una dieta cuyo tipo de cosas tenga la resonancia de los planetas que compensan y aligeran y equilibran a Saturno, así dice él:

Venus modera a Saturno y por lo tanto un melancólico debiera ir por espacios venusinos: largas caminatas por la naturaleza, mucha luz en los cuartos, los perfumes, los aromas, los metales, la alimentación que refleje todo de este tipo de vibración.

El más interesante y heterodoxo es el tercer libro que se llama «De Vita coelitus comparanda» que quiere decir armonizando la vida con los cielos, que es un tratado de magia talismánica y de filosofía neoplatónica. Habla de las escalas musicales y de la armonía y del cual vamos a leer un fragmento:

…Recuerda siempre que ya por las inclinaciones y deseos de nuestra mente y por la mera capacidad de nuestro espíritu, es decir por la imaginación…

Recuerden que espíritu aquí es ese cuerpo sutil que no es físico ni psíquico, pero puede volver físico lo psíquico y psíquico lo físico y por lo tanto está en el medio, casi como lo que muchos llaman cuerpo astral.

…Podemos entrar fácil y rápidamente bajo la influencia de aquellos astros que denoten estas inclinaciones, deseos y capacidades, en consecuencia por el apartamiento de las cosas terrenales, por el ocio, por la soledad, por la constancia, por la teología, por la filosofía esotérica o por la superstición, la magia, la agricultura y el dolor entramos bajo la esfera de Saturno…

Todos estos campos son ámbitos saturninos, y si uno voluntaria e imaginalmente se involucra en estos campos, está entrando bajo la vibración, la frecuencia, la armonía de Saturno.

Fíjense qué curioso, «el apartamiento de las cosas terrenales, el ocio»; el ocio como la no actividad, no como la televisión, las discotecas, sino el ocio era el abandono del negocio y la ocupación, «la soledad, la constancia, la teología»; las cosas abstractas están regidas por Saturno; Saturno fue el que acuñó monedas, el constructor de los instrumentos geométricos, el de la sabiduría profunda, el señor de las abstracciones, pero también el tacaño, el de malos pensamientos, pero también el señor que hizo los caminos y las ciudades, el Señor de las formas geométricas, de la filosofía esotérica y por otro lado la superstición, la magia, la agricultura, ya que Saturno tiene que ver con la tierra y los bienes de la tierra, las semillas y el dolor. Bajo todo ello entramos bajo la influencia de Saturno.

Ficino también dice:

…Dentro del alma supongamos que existieran imaginación, razón y mente…

Esto es neoplatónico, es decir en el famoso carro alado platónico del alma en el cual un caballo negro empuja hacia la pasión, hacia las cosas, hacia el mundo de la multiplicidad, pero otro caballo blanco aspira hacia la altura y finalmente hay el que maneja el carro y del equilibrio de estos tres depende el equilibrio del alma.

3 estadios del alma: Deseo, acción (vehemente) – Lógica, razón (Ratio) – Intuición (mente contemplativa, Mens):

Ficino dice que en el alma se podrían reconocer tres estadios: un estadio vehemente que se inclina hacia la acción, es muy imaginativo, es lo que podríamos llamar hoy el deseo. Una capacidad de raciocinio, de lógica, que es lo que él llama la ratio y un tercer plano que es el más saturnino que es la mente contemplativa que está en contacto directo con los arquetipos eternos de las cosas y hoy lo podríamos llamar intuición. La mens no razona, la mens ve, claro que no con estos ojos. La razón deriva, deduce, vincula, relaciona, y finalmente el deseo empuja a la acción.

Entonces Ficino dice:

…Dentro del alma supongamos que existen imaginatio, ratio y mens. La imaginatio, ya sea por la naturaleza o movimiento del spiritus o por elección o por ambas cosas, puede de tal manera acordarse (ponerse de acuerdo) con el Marte o con el Sol, que venga a ser verdaderamente un vehículo de influencias solares y marcianas. Del mismo modo, ya sea por medio del imaginatio o del spiritus o por deliberación o por ambas cosas, la razón en virtud de una cierta imitación puede llegar a asemejarse tanto a Júpiter que siendo más parecida reciba más de Júpiter y de su don que la imaginatio o el spiritus. Finalmente la mens (el gozo comtemplativo) que se aparta no solo de lo que generalmente percibimos, sino también de lo que generalmente imaginamos, es decir, la mens se aparta no solo de los hechos, sino también del deseo por los hechos, y de lo que imaginamos o expresamos en nuestras costumbres humanas y en su deseo, su ambición y su vida la mens tiende hacia las ideas y se expone en cierta medida a Saturno, a esta sola facultad es Saturno propicio.

Pues así como el Sol es hostil a los animales nocturnos, pero amigo de los que actúan a la luz del día, así Saturno es enemigo de aquellos que llevan ostensiblemente una vida ordinaria o que aunque rehuyan la compañía de la gente vulgar, empero no dejan de lado sus pensamientos vulgares, pues él cedió la vida activa a Júpiter y retuvo para sí la vida retirada y la vida divina…

Júpiter es su hijo, cuando Saturno deja de reinar, reina Júpiter y empieza el reino de la acción, pero ¿Qué requiere Saturno aun cuando renuncia al trono?

…Los hombres cuyas mentes están apartadas del mundo son en cierta medida parientes suyos y encuentran en él a un amigo, pues el propio Saturno es un Júpiter para almas que habitan las esferas afines…

Júpiter es considerado un benéfico, portador de fama, prestigio, honores, éxito, reconocimiento social. Pero Ficino dice:

…Saturno es como un Júpiter para el que busca el conocimiento y la mente divina, es el mayor enemigo sin embargo para aquellos cuya vida contemplativa es mera apariencia sin ninguna realidad. Saturno no los reconocerá como suyos, ni Júpiter dominador de Saturno les sostendrá, porque violan las costumbres y reglas ordinarias de los hombres. Júpiter nos arma contra la influencia de Saturno que en general es extraña a la humanidad y en cierto modo impropio de ella…

Finalmente ayuda en primer lugar con sus propiedades naturales, después con su alimento y medicina y también según se cree con los talismanes numéricos y finalmente con las ocupaciones, los estudios y todas las cosas en general que por naturaleza le pertenecen, pero los que escapan a la influencia maléfica de Saturno y disfrutan de su influencia benigna, no son solo los que se acogen a Júpiter, sino también aquellos que se entregan de todo corazón a la divina contemplación que se honra con el ejemplo del propio Saturno, en lugar de vida terrenal de la que él mismo es excluido, Saturno confiere entonces la vida celestial y eterna…

Esta mirada de Saturno ha cambiado completamente las cosas. Saturno inflige el dolor, sin ninguna duda, pero a su vez a través de su dolor lleva a la contemplación de las cosas eternas.

¿A quién ayuda? A quien de todo corazón acepta su camino, eso es importante. Saturno es como un Júpiter para aquel que voluntariamente acepta la depresión, a aquel que no la combate tratando de salir afuera, tratando de triunfar, aquel que no quiere compartir la costumbre del resto de los hombres, sino que en cierta manera en contra de lo habitual en los hombres acepta retirarse a la esfera de la divina contemplación, de todo corazón. Pero aquel que se retira y continúa teniendo pensamientos vulgares, que hace como si meditara, a aquel Saturno no lo reconoce como suyo y Júpiter también lo desprecia.

Esta visión es realmente transformadora acerca de este símbolo, porque Ficino no niega la tensión de Saturno. Fue el primero que buscó armonizar el dentro y el fuera a través de la imaginación, que creyó que la imaginación no era arbitraria, que creyó que la imaginación era el ámbito que permitía reencontrar el arriba y el abajo, que creyó que solo a través del cultivo de la imaginación, haciendo del cultivo de cualquier circunstancia externa el reflejo del alma, no viviendo nunca las cosas como cosas sino como portadores de los genios divinos y por lo tanto con sus resonancias anímicas.

Ficino era hijo de médicos pero además médico, los mismos Medici lo consultaron y se han registrado casos de deprimidos que mejoraron, que cambiaron de vida, que salieron del pozo negro y esta era la terapia de Ficino, de resultados. Pero Ficino toda su vida fue un melancólico, no dejó de serlo, sino que precisamente por serlo fue el renovador de una visión del mundo.

El libro de Panofsky, Klibanski y Saxl, «Saturno y la melancolía» muestra cómo esta idea de Ficino se desperdiga por todo el Renacimiento hasta llegar a Durero con su famoso grabado «Melancolía», que muestra un ángel (y no un diablo, no es así una culpa, ni una enfermedad, ni un proceso vírico, ni falta de litio o potasio, no es un cerebro roto); es un ángel de la amargura que se mueve con figuras geométricas (hay que mirar el grabado, es muy bello) como si hablara de la visión del infinito y la aceptación de que desgraciadamente, entre lo finito y lo infinito hay un bache que nunca se puede saltar. Esta aspiración a la perfección, este contemplar la perfección mientras se vive en un mundo de limitaciones, será la base del genio melancólico, que luego pasará a la edad moderna hasta hoy, y que es una creación original de Marsilio Ficino.

Voy a mencionar lo que, por falta de tiempo, no vamos a poder tratar. Yo quería, me hubiera gustado hacer una análisis de la descripción de la melancolía y la depresión desde la psiquiatría y tengo aquí los textos de Esquirol, Kraepelin, Freud, Lacan, pero no nos alcanzará el tiempo (Kronos!) para ello. En estos textos lo que se veía es como la descripción de ellos, como las mismas palabras que usan ya están bajo la consideración de Saturno y todo su estudio de la depresión está hecho desde una mirada completamente saturnina. No nos vamos a enterar de si las cosas son como ellos decían o no, nunca lo sabremos, las cosas nunca son, sino como se miran y desde donde se miran.

Voy a leer, en cambio, una serie de declaraciones de James Hillman sobre la depresión, que he encontrado en Internet, y que dio en diferentes entrevistas y congresos.

Es una mirada completamente distinta, novedosa, cuestionadora e inquietante de Hillman, o sea un enfoque nuevo. Lo que Hillman representa (un espíritu, más que una persona).

Hillman ha sacado la terapia de la consulta y la ha llevado a un modo de vida, que es lo que es, terapia quiere decir cuidar, servir y psique quiere decir alma. La palabra la fundó Sócrates cuando, según la Apología que escribe Platón, dice: «toda mi viva he sido, soy y seré psicoterapeuta, alguien que está al cuidado del alma.

Hillman sigue al cuidado del alma más allá de que tenga consulta, es decir la consulta es permanente, hace consulta a las ciudades, hace consulta a los periódicos, a la política, se consulta al arte y a la vida cotidiana, porque como dijo Ficino el alma está en todas las cosas y todas las cosas están en el alma. Creo que el pensamiento en esta línea, realmente es la restauración de Ficino después de 600 años; Ficino ha vuelto de la mano de esta mirada.

Hillman fue importante en el movimiento junguiano, incluso fue presidente de la asociación durante muchos años y por lo tanto muchos lo consideran un junguiano. Yo creo que está más allá de todo nombre, pero sería imposible su visión si no se apoyase en el background, si no continuara en un viaje permanente, una revisión permanente con el pensamiento de Jung.

Hillman dice:

…La psicología junguiana es acerca ante todo de actitudes, así que todo el asunto es captar esta actitud hacia el alma, hacia la psique, la cuestión es ¿Qué está haciendo la psique al presentar al paciente una depresión? Toda la cuestión es ¿Qué quiere el alma con la depresión? En lugar de ver la depresión como una disfunción, es un fenómeno que funciona; te detiene en seco, te fija, te vuelve desgraciadamente miserable, de modo que sabes que está funcionando.

Si la historia es meramente la repetición de historias, entonces la historia no es necesariamente causal, en el sentido de Jung la causalidad es algo más formal. La conciencia es en la psicología de Jung unilateral, esta figura unilateral que tenemos del mundo, se complica con la llegada de otras partes, aquellas dejadas fuera del cuarto principal que parecen entrar en la depresión por la puerta de atrás. Esto son los puntos de vista esenciales de la actitud junguiana hacia lo que a uno le ocurre y a lo que ocurre en la vida de los pacientes.

Los estudios periodísticos nos dicen que hay ahora mucha más depresión de la que nos damos cuenta, de que es endémica en nuestra cultura y la queja presente mayor en la práctica de los médicos en la actualidad. Uno de los criterios clave en los diagnósticos médicos actuales sobre la depresión, es sentirse deprimido la mayor parte del día, casi cada día por lo menos dos semanas. Esto es poner una enfermedad crónica (que viene de Kronos) en la categoría de una enfermedad aguda. Tenemos que notar que la naturaleza maníaca (es decir con un énfasis en la acción, en la actividad, la extroversión, en la productividad, que es lo opuesto a la depresión) de este diagnóstico…

Es decir, tenemos que notar desde donde está hecho el diagnóstico; un diagnóstico que considere que dos semanas de tristeza es depresión, es el diagnóstico que solo puede hacer un maníaco que cree que no se puede parar por más de dos semanas sin estar enfermo. Es decir que algo que dura más de dos semanas en nuestra cultura es demasiado. Esto es totalmente una situación maníaca.

…Tengo que continuar hablando con ustedes para que no se aburran!, grita Hillman entonces a la audiencia. Estoy sobre mi máquina de fax, me inclino y digo ¡Porqué toma tanto tiempo que esta maldita cosa salga impresa!? De lo que se quejan la mayor parte de los americanos y yo diría de los occidentales es de no tener suficiente tiempo y no tener suficiente sueño. Los maníacos no necesitan ni dormir ni comer, podemos sentarnos todo el día en una computadora desahuciados, desnudos como en una caja en una guardería cerrada, de modo que ¿Cómo encaja en ello la depresión? ¿Cómo entra Saturno sino forzando su propia entrada?…

En nuestra vida actual ¿Qué espacio hay para Saturno? ¿Cómo puede entrar Saturno en una vida que no tiene tiempo para detenerse, sino entra a la fuerza? Aquí hay mucho de Ficino, aquí hay el llamado de Saturno que entra en la casa del maníaco obligándole a detenerse.

…El coste directo de la depresión solo da cuenta de una pequeña parte de las recetas médicas de la persona, pero nuestra oposición frenética a la depresión y a lo que representa tiene un estrecho paralelo en nuestros temores económicos dominantes; hablamos acerca de una depresión económica, nos preocupamos por la crisis energética en términos económicos y la inhibición del impulso y energía en nuestros pacientes.

Nos preocupamos por la amenaza de la polución en el mundo, en tanto nuestros pacientes depresivos se quejan con su fantasía de que sus interiores se están volviendo negros, de que están siendo envenenados. Tenemos el desempleo y un rasgo dominante de los individuos depresivos es que no se pueden levantar para ir a trabajar.

Hay dos veces más mujeres que hombres en todos los grupos raciales que están disponibles estadísticamente a sufrir una depresión. La cultura maníaca es primariamente una cultura de testosterona (hormona masculina). Esto ocurría ya en el S. XIX donde las mujeres eran ya las portadoras de muchos más síntomas que presentaban a doctores varones (esto tiene que ver con la historia de la locura).

Hoy esta depresión ha perdido los confines que tenía en la psiquiatría temprana, hoy está en los jóvenes, en los niños y el término es usado muy ampliamente, pero es tan importante volver a lo que la persona experimenta, a lo que el sufridor de depresión está experimentando, a lo que él o ella le está afligiendo.

En la práctica que alguien nos diga que está deprimido es insuficiente, no nos servirá, yo prefiero saber: que, donde, como y cuales son los correlatos físicos, ¿qué comes?, ¿Qué ocurre cuando estás en esa silla? ¿Y cuándo te levantas? ¿Y cuándo te pones en pie?, ¿Cuando andas y cuando te quedas quieto?

Quiero saber una enorme cantidad acerca de tú cuerpo: pelo seco, aliento con olor, suspiros frecuentes, un tono disminuido para cada cosa, falta de sueño, dolor facial, ¿en qué es diferente a la ansiedad (que tiene consigo una cierta afinidad)?…

Esto es muy importante: todo parece tan pesado y tan abrumador en la depresión!. Y las palabras, como ya mencioné, evocan las precisas imágenes. Los romanos llamaban a este peso, a esta gravedad, gravitas (pensad por ejemplo en lo que Newton postulará, mucho más tarde, como la «ley de la gravedad»); otro tema a apuntar para Saturno: gravitas, gravedad.

Gravitas o gravedad también tienen que ver con gravidez y gravidez es el estado de preñez. Volvemos a Saturno como saturado, lo que está saturado, lo que está lleno, lo que está saciado, lo que contiene algo en su interior. Todo esto gira alrededor de la idea de gravitas que también es la gravedad que atrae a los cuerpos hacia abajo, la gravedad newtonaniana, la «pesanteur» de Simone Weil en esa extraordinaria recolección de graves pensamientos: «La gravedad (pesanteur) y la gracia». Continuamos con Hillman:

…Los romanos llamaban a esto gravitas, pertenece a Saturno, en vuestro entrenamiento (esta fue una charla que dio para psiquiatras y psicoanalistas) probablemente habrán escuchado que la depresión es peor por la mañana, ¿Porqué es peor la depresión por la mañana? ¿Qué nos dice acerca del día que está por empezar? ¿Es quizá por esto que no se usan los tonos menores en la música que pone la radio por la mañana? ¿Porqué uno tiene que estar al tanto con el sol que asciende y tenemos que hacer algún tipo de sentido de las cosas que observamos?…

La depresión y las mañanas: Es cierto que la depresión es peor por la mañana, al empezar el día, la depresión mejora en el atardecer, pero ¿Qué tiene que ver esto con empezar el día, la música en tonos mayores, la preparación, los desayunos, los rituales de ir a la actividad?, O ¿No tendrá nada que ver y será simplemente que falta potasio, litio o hay una lesión en el cerebro?

…Una de las cosas que uno no quiere es que le interrumpan, uno puede continuar y continuar y continuar con cafés, estimulantes, vitaminas y uno ve en los héroes de la televisión que nunca se cansan, pero la lentitud (otra palabra clave para Saturno), es básica en la idea de la melancolía desde el mismo comienzo.

La manía con frecuencia se describe en psiquiatría por la ausencia de tristeza, la pérdida significa perder lo que fue, queremos cambiar pero no queremos perder, sin tiempo para la pérdida no tenemos tiempo para el alma. El alma sabe acerca del caos de la cultura en la que estamos, de alguna manera si no estamos en duelo, entonces estamos fuera de contacto con el alma, de modo que subyacente a la depresión hay una adaptación a la condición subyacente del mundo. A veces creo que hay una depresión subyacente en nuestra cultura y me hace pensar que si uno no está deprimido uno es anormal, porque el alma sabe acerca de la destrucción de los árboles, de la destrucción de los edificios, de la fealdad que se está desparramando, del caos de la cultura en muchas maneras y de alguna manera si no estás en duelo con lo que está ocurriendo en el mundo, entonces estás separado del alma del mundo. De modo que en este sentido yo creo que una depresión subyacente es un tipo de adaptación a la realidad del mundo.

Esto que estoy diciendo no es instrumentalismo, no es una técnica que yo les esté enseñando a aplicar, no se trata de que pierda las esperanzas, uno preserva la fe y uno de los modos en los que la terapia puede ser más útil es que no haces absolutamente nada sino preservar el contacto. Eres un compañero entonces consistente, crónico, en lugar de ser un terapeuta que está tratando de actuar en contra de la propia alma. Lo que ocurre usualmente es que uno se vuelve activado por la quietud de la situación, contra esa parálisis hay métodos muy activos de tratamiento…

Como la terapia eléctrica o terapia de shock, que como dijimos fue desarrollada por un italiano que también fabricó industrialmente los fusibles de las aeronaves. En la historia del tratamiento de la depresión ha habido enemas, lavativas, sangrías para purgar las entrañas de bilis negra, ha habido intentos de golpear al paciente; todo esto representa el odio y animadversión a lo que depresión representa en el paciente y en quien lo trata.

…No hay razón por la que no debamos sacar ventaja de los medicamentos, lo importante es cual es tu actitud hacia ello, como mantienes a ese Daimon, a ese genio en su sitio de modo que no llegue a poseerte totalmente, el truco es mantener el foco en lo que el paciente está sintiendo, pensando e imaginando. No estoy a favor de encontrar modos de liberarse de la depresión, la depresión ya es lentitud, un contra movimiento a lo maníaco, la depresión trae interioridad, abre la puerta a una belleza interior, de modo que parece haber allí algo, aparte del modo en que tú (el ego) lo veas…

También he escogido dos fragmentos de «El mito del análisis» y de «Re-imaginar la psicología»:

…Así como el paradigma freudiano de la psicopatología era la histeria y la paranoia y el paradigma de Jung fue la esquizofrenia, la psicología arquetipal hasta ahora ha hablado principalmente de la depresión y del desorden bipolar. La depresión también ha dado un foco para una crítica cultural, un ataque a las convenciones sociales y médicas que no permiten la profundidad vertical de la depresión. Para una sociedad que no permite a sus individuos irse hacia adentro y hacia abajo (que no permite que sus individuos estén down), una sociedad así no puede encontrar profundidad y debe permanecer permanentemente inflada en un desorden maníaco de humor disfrazado de crecimiento…

Así Hillman conecta el horror occidental hacia la depresión con la tradición del ego heroico y de la salvación cristiana a través de una resurrección hacia arriba.

…La depresión es todavía el gran enemigo, y sin embargo a través de la depresión entramos en la profundidad y en las profundidades encontramos alma. La depresión es esencial para el sentimiento trágico de la vida, humedece el alma seca y seca al alma mojada, trae refugio, limitación, foco, gravedad, peso y humilde impotencia; recuerda a la muerte. La verdadera revolución en nombre del alma comienza con el individuo que puede ser fiel a su depresión…

Hay gente que nos puede decir: «si todo esto está muy bien, es muy bonito, pero ¿y yo qué hago? Ayer en una conferencia pregunté: ¿puede ser que una persona que hoy en día no se deprima esté fuera de sintonía con el mundo? Porqué cualquier persona que conecte con lo que está pasando se tiene que deprimir de tanto en tanto

Cuando lo dije una persona me dijo que esto estaba muy bien, pero que su hijo de 25 años lleva 4 años encerrado en una habitación oscura y con ello ¿qué hay que hacer? Tenemos que hacer algo ¿o lo vamos a dejar? ¿qué hacemos: terapia de shock, drogarle, incidir en terminales nerviosas?

Y yo no se que hacer, no tengo ni idea de que hacer, creo que casi nadie sabe que hacer. Si no hay el entendimiento que hay alma y que ahí hay un dios, que ahí hay una demanda más allá de lo personal.

Le respondí sinceramente que conocía una madre orgullosa de su hijo de 25 años que se está preparando para ganar al menos 2 millones de pesetas al mes porque si no, no es considerado digno, un muchacho que se levanta a las 8 de la mañana y corre a la bolsa, a fin de conseguir formar parte de grandes compañías de tiburones, porque su proyecto en la vida es ser un tiburón; y verdaderamente yo no se quien está peor, ni quien está mejor, porque estar en un cuarto a oscuras no es vida, según y cómo, pero en cambio parece aceptable considerar que es vida el estar compitiendo en la bolsa, haciendo inversiones para que una empresa fabricante de armas se enriquezca y así te enriqueces tú.

Uno es aparentemente un modelo admirable y envidiable y básicamente «sano», porque este chico será un triunfador y el otro representa algo que tendríamos de combatir, o corregir, o cambiar; algo que tenemos que curar.

Vamos a reformular la imagen de Saturno con todo lo que hemos dicho antes:.

Saturno el planeta de la contradicción por excelencia: Primer dato del que yo partiría, del libro de Saturno y la melancolía y es que la característica más específica de Saturno es su interior contradicción, Saturno es el planeta de la contradicción por excelencia. No hay planeta más contradictorio de Saturno y no como los demás que son contradictorios porque premian o castigan, sino que es contradictorio no por sus defectos, sino por su naturaleza.

Saturno es poderoso y es impotente, fue señor del mundo y es un exilado en el Tártaro, fue un castrador y fue un castrado, trae el dolor y es el Señor de la Edad de Oro, trae miserias, preocupaciones, avaricia y a su vez es el Señor de la Sabiduría profunda. No hay un solo planeta en astrología, ni un solo símbolo cuyo significado contenga como contiene Saturno, la contradicción.

Por lo tanto más que esto o aquello, lo inherente en la naturaleza de Saturno es la interior tensión de la contradicción del símbolo.

Sin embargo Saturno no quiere decir contradicción, pero donde está Saturno como quiera que esté, aparece la tensión de las oposiciones. De ahí que sea por un lado Señor del amor fiel y por el otro el desconfiado solitario que es incapaz de dar nada. De ahí que sea el custodio de los pactos de honor pero sea a su vez el ladrón deshonorable de los cadáveres.

La imagen que en la psicología actual podríamos remitir a Saturno es el arquetipo del sénex, que quiere decir el anciano. Cada vez que aparece en nuestra vida o en nuestros sueños, cada vez que habita en la imaginación el anciano, aparece con el anciano el sénex y Saturno.

En principio hay dos variantes, y aquí volveríamos a la contradicción: por un lado el viejo anquilosado, rígido, aferrado a posiciones, cerrado a toda novedad, temeroso de perder el poder, el rey poderoso y viejo aferrado a retener el trono hasta el final y no ceder; esto es una imagen , lo que en alquimia se llama el viejo Rey que está muriendo.

La otra imagen es el Viejo Sabio, Merlín el Mago, el sabio que aparece en el camino con el consejo oportuno, con la sabiduría de la naturaleza y la larga experiencia. Hay uno y hay el otro, lo que se ha llamado el sénex positivo, el arquetipo del significado, aquel que en la vida muestra que toda experiencia apunte y prepara a un significado (desarrollado en la visión de Jung). Y por el otro lado la cáscara vacía resistente al cambio.

Hay una frase que quiero leer, de la obra de Jung «arquetipos e inconsciente colectivo» que preside todo esto, o sea que está todo el tiempo:

…Sería apropiado por razones heurísticas (explicativas) y de otra índole, examinar cuidadosamente el ambiente siempre que se presenta al anciano como humilde y candoroso. El anciano tiene en efecto una faceta maligna, de igual modo que el hechicero de los pueblos primitivos es por una parte el que cura y auxilia y por otra el demonio envenenador, y también del mismo modo que la palabra fármaco significa medicamento y veneno y que el veneno en definitiva puede ser en realidad ambas cosas…

Jung aquí está dando exactamente la talla de la intensidad de la contradicción que existe en la imagen del sénex; cura y es veneno, y la misma serpiente que produce el veneno, la misma serpiente que produce el tóxico produce el antídoto y no hay serpiente buena y serpiente mala. Querer separar el fármaco que cura del veneno que mata es imposible porque es el mismo, el mismo que mata da la vida.

El intento de separar el sénex bueno del sénex malo está fallido de antemano, porque donde hay sénex bueno hay sénex malo, no hay el uno sin el otro y la característica justamente del arquetipo del sénex es que conteniendo la dualidad quiere o esto o aquello.

La característica por lo tanto de la presencia de Saturno es la limitación que niega la contradicción. Cada vez que queremos lo bueno sin lo malo, lo malo sin lo bueno, el sabio guía pero no el brujo hechicero, se está produciendo el corte de Saturno que separa el reino de las estrellas fijas del reino de los mortales.

Es este corte esencial en la dinámica del sénex, esta incapacidad aparente de reconocer la ambigüedad; ¿Cuándo somos saturninos? Somos saturninos cuando buscamos claridad, claridad sin oscuridad, orden sin confusión, verdad sin falsedad, avance sin retroceso. No es el avance, ni el retroceso, es el corte.

La característica del sénex es esta dificultad en sustentar lo ambiguo, que es lo que empuja inmediatamente a adoptar colocaciones oposicionales; en cuanto empieza lo verdadero – lo falso, lo correcto – lo equivocado, arriba – abajo, bien – mal, hombre – mujer, espíritu -materia, etc., encontramos la obra de Saturno Señor de los límites, que plantea y preserva las limitaciones. El tema no es el viejo malo, el tema no es el viejo bueno, el tema es o uno, o lo otro.

Entonces cuando una persona dice: ¿Cómo obtener las virtudes de Saturno sin tener que cargar con los defectos? Ya está hablando el sénex, ya se está operando bajo la compulsión de poner límites. Pero ¿Qué es preferible en esta imagen primordial, ser el deprimido impotente que solo en la noche mira angustiado el cielo tratando de encontrar sentido en medio de la confusión? ¿O ser el Rey anciano que en su locura se aferra desesperadamente a un trono que no tiene sentido? O lo uno o lo otro o ¿Hay lo uno sin lo otro?

El problema con Saturno ha sido la necesidad de poner límites que inmediatamente nos convoca a vivir en referencia a lo que queremos limitar. Dicho de otra manera, detrás de la maniática necesidad de orden, detrás de este combate por el orden existe la experiencia del desorden, no hay lo uno sin lo otro, pero aparece el sénex en el intento desesperado de que sea uno pero no sea el otro. Es característico la desconexión y por lo tanto las definiciones.

Ahora aparece Saturno el Señor de la geometría, de las ciencias exactas, de los conceptos precisos y de las abstracciones conceptuales. Ya Aristóteles (el Pseudo- Aristóteles); o Teofrasto cuando se hace la pregunta de ¿porqué será que los grandes pensadores, los grandes estadísticos, los grandes genios han sido todos melancólicos? Dice: «bueno el problema es que el humor negro cuando se calienta irradia humores que invaden al cerebro, hay demasiado aire».

Esto es curioso porque «aire» en griego se dice pneuma, que más tarde se traduce por Espíritu y convoca el tema de la espiritualidad, y una de las maneras saturninas de divorciarse de la experiencia es por un lado buscar la definición, la correcta definición, la claridad de los límites conceptuales, es saturnino lo que llamaríamos el intelectualizar, un modo de volver pneumático lo psíquico, transformar las experiencias y las circunstancias de la vida en formas de una categoría o un concepto.

Por ejemplo: «todos los hombres son», «los catalanes son» «las mujeres son», etc.

Ahí está Saturno poniendo límites, garantizándonos seguridad, «todos los que sean así», «a priori ya sabemos como son las cosas» y ahí está el viejo Rey poniendo orden y preservando los límites bajo el pretexto de una claridad que huye de la profunda oscuridad y negrura contenida en el arquetipo.

Lo curioso es que mientras más claro, es a su vez más oscuro, mientras más definido está menos vivo, mientras más anticipable menos efectivo, y así la supuesta sabiduría que ofrece esta catalogación es una sabiduría seca, académica, de conceptos, ideas, que sirven para poner una trama entre la experiencia y el alma. Una sabiduría «inoperante», que no puede «hacer» nada con ese saber.

Aquí aparece la necesidad saturnina de seguridad, todo un mundo de conceptos y rígidas definiciones que son maniobras para generar seguridad. ¿De donde parten estas maniobras? Parten de la inseguridad, la inseguridad disfrazada de necesidad de seguridad y por lo tanto mientras más nos aseguramos, más crece el veneno de la inseguridad.

Nunca estaremos seguros acumulando seguridades, entonces sólo necesitaremos acumular más, y se va cumpliendo así la maldición saturnina: nos vamos volviendo rígidos, avariciosos, cerrados, impermeables, desconectados, justamente porque queremos orden, límite y seguridad.

Detrás de esta imagen del orden, de la seguridad, de la discriminación, hay una huída compulsiva de lo opuesto y ¿quién es el opuesto del sénex? El opuesto que siempre va con el sénex: el niño eterno, el puer ligero que no se compromete, que siempre está en el origen, que no tiene nunca final, que nunca envejece, que contiene la fragancia de la promesa, que comporta la eterna juventud.

Es este miedo al puer (lo incompleto, lo potencial, lo «aún-no», lo que «podría ser») no reconocido en el sénex que nos lleva a las cualidades que se han descrito como el sénex negativo. Lo curioso en la vida es este misterioso despliegue de opuestos que hace que el puer se transforme progresivamente en el sénex, que aquellos que se enamoran de la chispa intuitiva, creativa, los que se acercan al mundo del puer, se van transformando en los profesionales apoltronados en sus asientos, que asisten a congresos acumulando diplomas y títulos mientras los sueños de la juventud muerta se van transformando en la rigidez, la aceptación y hasta la defensa de una posición establecida «sólidamente».

Cada vez que se habla de papá/mamá aparece el sénex. Sénex son los padres y los abuelos y los antepasados. Mi padre solía decir: «a los 20 somos todos incendiarios y a los 40 todos bomberos». ¿Cuál es la extraña relación que hay entre el incendiario y el bombero? ¿Porqué el incendiario de hoy es inexorablemente el bombero de mañana?

La construcción de defensas en nombre de la seguridad: En el temor al niño aumenta la rigidez y as defensas; uno de los temas de Saturno es la defensividad, el construir defensas que den seguridad ( o sea, el compulsivo defenderse de la eventual inseguridad). Donde hay una defensa se detiene la vida y por lo tanto aparece el Señor de la muerte, el culto al Señor de la muerte disfrazado y justificado bajo el aparente deseo y pretexto de preservar la vida.

En este punto recuerdo a Kierkegaard que sabía mucho de la angustia y la melancolía, y que escribió sobre la angustia que es la experiencia del vacío, de la nada, de la negrura; este gran filósofo, precursor del existencialismo, decía algo así (y cito de memoria, por lo cual no es exacto, que conste):

…Cuando veo a los burgueses preocuparse tanto por los medios, por sus capitales, por su honorabilidad y por su seguridad, no puedo sino pensar en aquel pobre hombre que cuando anunciaron a gritos un incendio, en medio de su desesperación solo se le ocurrió salvar las tenazas de la lumbre ¿Qué otra cosa salvan estos burgueses del apasionado incendio de la vida?

Los medios, los medios que se han vuelto una forma de protección contra la vida…

Por lo tanto detrás de este énfasis en el orden y en la claridad, se está huyendo de su antítesis siempre presente que es la experiencia de la oscuridad, de la falta de claridad, de aquello esencialmente desprotegido e improtegible. Donde hay claridad miremos el arquetipo del sénex y preguntémonos ¿de que oscuridad escapa?

Todo conocimiento que sea un avance hacia la claridad es a la vez una huída de la oscuridad. Por lo tanto allí está el engaño de Saturno: «soy la claridad, vengo a poner orden, vengo a traer conocimiento», es decir un énfasis en el conocimiento que es la huída ante la incertidumbre de la vida

¿Qué es esa vida que no cabe en conocimiento, que no cabe en conceptos, que es esa vida que no cabe en fronteras? Esa vida que no cabe en fronteras es justamente el puer, el puer que rompe todas las definiciones porque es indefinido por naturaleza.

Siempre que hay un sénex lleva consigo al puer; en realidad el arquetipo completo es sénex-puer y el lado sénex aparece como estabilidad, que es aisladamente el divorcio del lado puer.

La búsqueda de claridad, de conocimiento «firme y seguro», de conceptos claros, racionales y precisos, asociada a la idea de límite y de separación (análisis, corte, disección) me parece fundamental, donde está el temor al riesgo aparece la tendencia al corte. Un corte consiste en pneumatizarlo todo, pneumatizarlo es transformarlo en idea, uno busca ideas, busca conocimiento, la gente se pregunta ¿qué tengo que «aprender» o «entender» de esta experiencia? La gente que consulta al astrólogo, por ejemplo.. «me está pasando esto ¿Qué he de aprender yo de esto?». Lo que se imaginan es que habrá una fórmula que tú les dices y ya aprendió. Aprender como reducir a conceptos inteligibles para el ego, aprender como «pneumatizar»

«La vida es una escuela» dice el sénex, en la vida se aprende ¿Y qué se aprende en la vida? ¿Se aprende verdaderamente? ¿Y cuál es la sabiduría de la vida que noes la vida misma?

Esta ilusión de un saber adquirido al vivir es uno de los mecanismo del sénex y por lo tanto se transforma toda experiencia en ideas y toda psique, toda alma como imaginación, deseo y biografía en concepto y, eventualmente, en principio y dogma. Ese es uno de los caminos de la separación, del corte, del «distanciamiento».

Pero hay otra ilusión mucho más frecuente también, hay una forma en que el sénex se corta en su conexión con el alma; ya vimos una opción al «escapar» hacia el espíritu, pero hay otra muy frecuente y es una de las manifestaciones más poderosas de Saturno que consiste en remitirse y sólo atenerse a los hechos crudos y duros, la dureza; «los hechos son los hechos», cuando una persona dice: «a los hechos me remito», «esto es así porque es un hecho».

Un hecho es aquello que sea empíricamente demostrable, un hecho es la experiencia hecha cuerpo, un hecho es lo que se ve y se toca, esta transformación del alma en hechos es la misma que lleva a hablar de la depresión como un problema de cerebro.

Una de las características por lo tanto es separar lo anímico transformándolo en concepto, la otra es eludir lo anímico transformándolo en hecho.

Digamos así; el sénex rige toda literalidad, las cosas son lo que son y lo que son es lo que hay ahí, los puros hechos, la verdad objetiva; otra palabra que le encanta al Viejo: objetividad que quiere decir desconexión de toda experiencia subjetiva, imaginal, fantasiosa, o sea la verdad sin sentimiento, sin imágenes; las cosas son lo que son y son el toque de piedra de la verdad, es uno de los mecanismos de separación.

Saturno y el temor a la feminidad: «A los hechos mismos» quiere decir a un mundo sin alma. Por eso los libros antiguos dicen que Saturno no ama a la mujer, los saturninos no son hombres de mujeres, el saturnino teme lo femenino; ¿Qué es lo femenino? Lo femenino es aquello que luego se atribuye al sentimiento, a la imaginación, la psique es femenina.

El sénex, en tanto que sénex desconecta de la psique. Por lo tanto conocimiento abstracto o hechos puros y duros, de lo que se trata es de negar la ambigua presencia de lo anímico y este es el corte de Saturno.

Se lo puede ver, por ejemplo en un Eros sin Psique, un amor sin alma y tenemos la pornografía, aquí tenemos un ejemplo de la sexualidad saturnina, esto se llama sexo físico, como si existiera sexo sin imaginación, sin fantasía, sin sentimiento. Se dice «puro sexo» y puro es uno de los medios por los que el sénex divorcia, por eso separa: o sexo sin amor, o amor sin sexo; un alma que no es erótica y un Eros que carece de alma, pero ¿Donde hay acaso alma (Psique) sin eros?

El alma sin eros reside en las facultades de psicología, el alma sin eros está en los tratados de psiquiatría, donde se ha vuelto cerebro, se ha vuelto tiempo de reacción ante un estímulo, se ha vuelto una medida estadística, se ha vuelto un concepto, una serie de definiciones y de experimentos sin vida. Ahí tienen un alma que ha perdido el eros, pero también van a encontrar un eros que ha perdido el alma y esta es la fuerza del sénex en nosotros, convencernos de que el alma son hechos, que no hay alma si no hay hechos, es decir la desconexión de la imaginación mediante la literalización de todas las imágenes y las fantasías y así poco a poco se va cumpliendo la maldición de Saturno en nuestra vida, así temo a la pobreza, la pobreza es La Pobreza y por lo tanto me protejo contra La Pobreza, me protejo contra eso, pero en ningún momento hay un resonar en el alma de la imagen que se me aparece en la pobreza, sino que es vivida como un hecho.

Me protejo de cosas y eso que se llama cosas llega al alma, habla de hechos. Por lo tanto el mundo de la imaginación literalizado se transforma en el mundo de la desconexión: nos encontramos así, por ejemplo, a merced de un virus que nos pueda coger, de una situación económica que nos pueda coger, de un imprevisto que nos pueda acaecer, de hechos más poderosos que nosotros, de hechos, nunca del alma!.

Saturno es el que nos lleva al campo de la «realidad social»; por ejemplo, Saturno diría el alma es sociedad (condicionamiento familiar, condicionamiento de clase, condicionamiento cultural, etc.), o el alma es química, el alma es cuerpo; no hay alma sino procesos físicos, procesos químicos, circunstancias sociales y hechos políticos, todo esto «explica» al alma, y así la angustia es debida a la situación económica, si hubiera una mejor economía desaparecería la depresión; o la angustia se debe a la influencia familiar, o a un transtorno químico, o a una mala digestión, etc. etc.

Cuando el alma se transforma en historia como sucesión de acontecimientos, en serie de hechos, ahí tenemos a Saturno. Saturno volviendo a cosificarlo todo, hacer de todo cosa que pueda ser controlada, prevista, estudiada, comprendida, pero en ningún momento está siendo reflejada interiormente. Digamos así: es «realidad» sin interioridad y es tremenda esta disposición del sénex.

Pregunta: Hay algo que no acabo de entender sobre esta última parte, porque precisamente hace una hora y media estabas hablando de que Saturno ayuda a traer interioridad en la depresión, ayuda a retirarse. En cambio ahora estamos en otro lado en el que parece ser que Saturno tiene unas cualidades que no me encajan con la primera parte…

Respuesta: Podríamos decir que Saturno en tanto que es comprendido desde esta mirada sénex que consiste en negar la ambigüedad esencial del arquetipo…

Pregunta (sin finalizar la respuesta anterior): O sea no entiendo como antes hemos hablado de que Saturno precisamente facilita la interioridad y ahora estamos hablando de lo contrario.

Respuesta: ¿No lo ves que acabas de dar con la tecla?… De que estás diciendo, entonces; en el arquetipo de Saturno hay una profunda ambigüedad. Una profundísima ambigüedad; por un lado llevándonos al mundo de los hechos y de los conceptos, por el otro lado nos conecta con el mundo de la depresión. Pero voy cayendo en el mundo de la depresión a pesar de los hechos, voy cayendo en el mundo de la depresión a pesar de los conceptos.

La pregunta que acabo de hacer al decir que están unidas, pero que con Saturno se produce la separación, el peligro de un Saturno literalizado consiste justamente en la desconexión y ¿Esta desconexión no tiene que ver también con la depresión? La depresión nunca es querida; no es aquella de Ficino donde uno voluntariamente pone su corazón, sino que uno voluntariamente pone su corazón en el control de los hechos, en la claridad, en el avance, en el progreso, en evitar las catástrofes de la historia a través de planificaciones, ordenaciones, planes de previsión, planes para parar una depresión económica, programas de realización. Todo eso y lo otro no van separados. Si acaso estas dos cosas en el momento en que las enfoco como dos cosas, las estamos viviendo bajo aquel sénex desconectado del puer que pone límites y separa lo que en su naturaleza original está unido.

Yo diría así: el sénex y no Saturno en toda su complejidad, es aquello que nos incita, en tanto no reconocido, en tanto que realizado, habitando en nosotros sin ser aprendido, es lo que nos lleva a la separación, es la fuente de la separatividad, del corte, de la defensa.

Por ejemplo; el orden, la búsqueda de orden que acabo de decir, parte de una oscuridad, pero no se está atendiendo a la oscuridad, ni siquiera se reconoce la oscuridad, solo aparece la manía del orden y la obsesión por el control que es la pretendida negación de (y defensa contra) la experiencia ya presente, como raíz de todas estas conductas, del descontrol.

Por ejemplo busco trabajo y me meto en lo que sea para evitar la miseria, porque creo anticipar la miseria como un estado «objetivo», pero no está reflejada interiormente la miseria; la miseria es entonces vivida como un hecho que me puede ocurrirí, un dato o posibilidad estadística y por lo tanto en el momento en que hay negación del alma se cae prisionero de hechos; y la pregunta sería ¿hasta qué punto la depresión no tiene que ver con la literalidad? ¿Hasta qué punto una sociedad crecientemente miserable y no una sociedad como un conjunto de personas, sino una mirada que habita en una sociedad, que es algo más importante, una mirada que niega al alma y que cae en el mecanismo de las cosas, no está necesariamente convocada por la depresión?

Voy a leer una frase de Hillman para pensarla, para meditarla; dice esto:

…El sénex es el más pesado de todos los problemas…,

Pesa no solo porque es pesado, sino porque es un tema de mucho peso, es grave, es una cuestión que requiere gravedad, seriedad, estar serio.

…Si somos capaces de remitir a nosotros todas las circunstancias, podemos liberar a la historia de tener que hacerse cargo de las circunstancias por nosotros mismos, después de todo, los problemas del envejecimiento comienzan en la psique…

Porque claro, el viejo en su literalidad… ¿Qué es la vejez, la vejez del alma? Porqué la vejez sin alma es deterioro del cuerpo, aflojamiento de los músculos, flaccidez, arrugas, es circunstancias biológicas y en este sentido la vejez ha perdido su reflejo en el alma, lo que el arquetipo, lo que la imagen de la vejez se transforma en una circunstancia contra la cual tomamos precauciones. Y al tomar precauciones contra las circunstancias, al luchar contra el Viejo, el otro viejo que no atendemos, el viejo no realizado en nosotros se va encarnando progresivamente identificándonos con los límites y nos creemos que somos eso, limitados por una piel, por un nombre, por una clase social, por una historia personal y empieza ahí la estrechez de Saturno, mientras luchamos contra una vejez literalizada sin darnos cuenta, lo que esta lucha ya está siendo en nosotros.

Esto es uno de los engaños de Saturno, de un Saturno literalizado, el tiempo como algo literal, como si existiera un tiempo literal y no vemos el arquetipo del tiempo, el arquetipo del tiempo ya presente, mientras yo me dedico a evitar aquel futuro y mientras yo recrimino aquel hecho de pasado ¿Qué se está haciendo en mí en este mismo tiempo? Mientras yo voy preparándome para evitar esto ¿Qué está pasando ya en medio de esta preparación?

El Viejo, el sénex me hace ver mi preocupación, pero me separa de lo que la preocupación refleja, y mientras yo corro allí se está realizando en mí, muy a pesar mío naturalmente. Mientras más identificado con una vejez literal, «los viejos afuera», «el viejo que seré», la pregunta es; ¿Qué está pasando con el viejo que en uno ya habita?

El viejo como arquetipo del alma desde el nacimiento: Ahora ya no estamos hablando de cosas viejas, sino de la poderosa presencia de la vejez en el alma, ya nacemos con el Viejo, pero ni lo miramos, no miramos con quien vivimos y quien nos habita, no creemos en eso, creemos que solo vivimos con situaciones políticas, situaciones económicas, historias familiares, hormonas y cerebro. No hay espacio para las imágenes, no hay espacio para la imaginación, el mundo del Espíritus de Ficino ha desaparecido. Creemos que alma son procesos internos que se desarrollan en una (horrible palabra) realidad externa. Y el medio, que es lo que convoca esta realidad externa para este estado de ánimo y este estado de ánimo con esta realidad externa , aquello que los congrega que es la imagen, nunca es vista.

Por lo tanto miramos a la imagen de la vejez literalizada, la geriatría, las jubilaciones, los viejos, el viejo que se ve, miro esa vejez pero no miro (y esa frase no es mía), a través de esa mirada. Mira lo que hay en esa mirada y verás que el viejo temido ya está en tí. Por lo tanto, en lugar de atender aquella circunstancia, empieza a atender a quien está contigo convocando imaginariamente aquella circunstancia. Pero esto es como de repente ¡Está presente!, El tiempo es mentira, el tiempo, el futuro, la previsión. La previsión es una imaginación de ahora, no es lo que pasará, es la imaginación de lo que pasará desde donde estoy, pero no veo esto, veo «mañana, mañana, mañana», no veo que mañana es una imagen del viejo ahora presente.

… Después de todo, el problema del envejecimiento comienza en la psique, todos creemos que el envejecimiento comienza en el cuerpo…

La imagen de la vejez literalizada a partir del ecuador de la vida: Hay una edad muy específica para el tema del sénex, que es eso que se llama la crisis de la mitad de la vida. Pero eso no es cierto, el Viejo está desde el día en que nacimos, ya en el niño que somos está el Viejo, pero claro, a partir de la crisis de la mitad de la vida empieza la literalidad, la vejez entendida como esa cosa misteriosa que llamamos cuerpo; «está en mi cuerpo, me canso, no tengo fuerzas, se desajustan los músculos, veo menos… esto es la vejez» y esto es una literalidad de una imagen que tiene mucho más que contar.

Cuando eso empieza, el niño de la imaginación se ha perdido hace tiempo y la Vejez comienza en el alma cuando se pierde la imaginación. Cuando empiezo a sentir los síntomas del cuerpo ¿Cuánto tiempo hace que la criatura de la imaginación no forma parte de mi vida? ¿Cuánto tiempo el viejo ha ido anquilosándome? Pero me doy cuenta en el cuerpo, porque no hay atención para otra cosa. Por eso este autor tiene mucha razón cuando dice

…La vejez, el Viejo, no es una circunstancia, la Vejez es una imagen y el envejecimiento comienza en la psique…

… Emana del individuo hacia la civilización tan destructivo como la radiación, una caída hacia la sociedad de los complejos que no hemos tenido el Plomo suficiente para contener

Saturno Señor del Plomo: se me olvidaba mencionar que el plomo es el metal atribuído a Saturno, como corresponde cuando decimos «este personaje es un plomazo», «qué plomo» que es como decir «qué Saturno». El plomo que es también la consistencia y el aislamiento, le corresponde a Saturno. Incluso hay un enfermedad que se llama saturnismo que es la contaminación del plomo en las aguas, que curiosamente produce, aparte de deterioro en las articulaciones y las articulaciones las rige también Saturno, produce sordera y pérdida de visión y dos exponentes de sordos famosos y verdaderos melancólicos a la vez que geniales, como fueron Goya y Bethoveen, padecían de saturnismo. Y podríamos decir «es que había plomo en el río» y ¿Qué tiene que ver el plomo que hay en el río con el estado del alma? Eso es la cualidad del sénex: eludir al alma, identificarse con los hechos, aún con hechos tan «conceptuales» y «mensurables» como los hechos estadísticos! Se «cae» así en los hechos no reflejados en sus imágenes, hay una dificultad para conectar con la psique.

Ya veremos que el mismo arquetipo sin embargo, lleva a la psique si se entra en su ambigüedad; nos separa de la psique justamente cuando su hoz dice «o esto o aquello», «o orden o desorden, o claridad sin confusión o confusión sin claridad, o conciencia sin inconsciente o inconsciente sin conciencia, o individualidad o masividad». Cada vez que aparece esto, y el arquetipo niega su ambigüedad, nos identificamos con un lado e inadvertidamente estamos prisioneros inmediatamente del otro lado.

… La polución comienza en las porciones no digeridas de nuestra historia personal, que luego soltamos, liberamos, descargamos en el cuerpo político. La historia ahí afuera está cargada con avaricias, pasiones, dolores con los que no hemos llegado a ponernos de acuerdo en nosotros mismos. Si rehusamos a admitir que un impulso al suicidio y la desintegración son igualmente básicos en la misma estructura que establecería orden ¿Cómo podemos preparar un futuro? ¿Cómo podemos hablar de plenitud si el mismo impulso de nuestra conciencia nos está conduciendo a la decadencia y a la negación. El desempleo, la depresión, la crisis energética y el aislamiento son primeramente fenómenos psíquicos…

La transformación de la historia al descubrir su origen en el alma: Fenómenos psíquicos, el desempleo está en el alma, la polución está en el alma, la crisis energética está en el alma, pero no atendida en el alma se literaliza en el cuerpo de la sociedad. Claro, hablamos de hechos, de estadísticas, de hechos puros y duros, lo hechos son y no hay alma en los hechos, pero eso que cuentan los hechos tiene que ver con el alma.

Si no entendemos la naturaleza arquetipal de nuestras reacciones en las áreas que pertenecen a Saturno, nuestras reacciones se vuelven estereotipadas., aprieta el mismo botón y obtendrás la misma respuesta, la historia está obligada a repetirse simplemente porque no atendemos a aquello que hace la historia ¿qué es lo que hace la historia? Los hechos no, la historia está hecha con el alma, la historia es el recuento de las manifestaciones del alma, pero en el momento que hablamos de una historia separada de una psique, se está realizando el arquetipo del sénex.

La transformación de la historia comienza en el alma como una destrucción de lo que el tiempo ha forjado, la reconstrucción de la historia comienza en el alma porque el alma, que es la que crea historia, puede reabsorver la historia cuando la historia se vuelve alma.

Aquí vamos a ver ahora uno de los procesos que en la alquimia se consideró fundamentalmente asociado a Saturno que es cuando el mundo exterior pierde toda la importancia. Mundo exterior entre comillas, piensen que cuando digo mundo exterior cada uno de nosotros está habitado por una especie de fantasía de algún tipo de cosa llamada mundo exterior; nunca estamos en el mundo exterior, el mundo exterior es una idea y en esa idea habita una imagen, pero bueno, vamos a partir y vamos a jugar a no mirar las imágenes.

Cuando el mundo exterior se ennegrece, cuando el mundo exterior se detiene, cuando el mundo exterior pierde importancia y se vuelve nada porque se ha detenido todo, a esta experiencia en la alquimia se la llamaba Nigredo, el ennegrecimiento. En la primera fase de la obra alquímica también se llamaba putrefacción, «se vuelve negro, negro más negro que el negro».

Vamos a leer un texto de alquimia:

…Vi lejos una gran nube oscureciendo toda la tierra, absorbiéndola y con ella absorbía mi alma, a la que aquella cubría por completo y vi como las aguas se abrían paso hasta ella, se pudrieron y se corrompieron a la vista de los infiernos y de la muerte sombría, pues las aguas me habían engullido…

Siéntanlo, y estarán sintiendo un poquito de qué va la nigredo. Desaparece el mundo en la negrura y todo aquello que parecía tan real se desvanece. Este es un proceso que según como lo miremos empieza a desliteralizar la llamada realidad, ya nada de eso aparece como real. Cuando desaparece esto los «hechos» ya no cuentan, las cosas «concretas» pierden su concreción, como si se «desmaterializara» o «descorporeizara» la experiencia (lo que los alquimistas llamarían reducción a la «materia prima» o «mortificatio»); y ahora estamos sumergidos de pleno en la dimensión del alma. Pero no nos deprimamos, no voy a leer más cosas así!

Podríamos decir que en la depresión hay una pérdida de realidad, por lo menos del sentido activo de la realidad, pero como dicen los alquimistas, es necesario (Rosarium Philosophicum) «que muera el vivo para que viva el muerto». Así que quizá lo que está pasando es que el que vivía en mí se está muriendo y ahora empieza la vida del que en mí estaba muerto.

¿Y cuál era el que en mí estaba muerto? El que en mí no cabía en los hechos, el que en mí estuvo siempre postergado por hablar de hechos, de química, de cerebros, de estadística, de ideas, de mecanismos sociales, de mecanismos familiares, el que nunca tuvo espacio en esa vida que era la vida de un yo literalizado en unas circunstancias literalizadas.

Así que podríamos decir; la vida del alma puede ser la muerte de esa otra vida que es la vida sin alma. Y que miedo nos entra! Cuando yo me encuentro sin poder referir a las circunstancias, ¿Qué pasa si me encuentro con mi rabia, mi frustración, mi angustia, mis miedos, sin poder remitir a ningún hecho que los sustente?

¿Qué pasa cuando me encuentro con mi frustración y no puedo decir «es que papá me hizo esto», «es que soy así porque mamá», «es que soy así porque en la situación social en la que nací…», «es que soy así porque el mundo es así» ¿Qué pasa cuando todo eso se desvanece y me encuentro con lo que soy, sin hechos que lo sustenten, sin hechos con los que justificarme? Me encuentro entonces con el alma, en cuanto desaparecen los hechos pero no desaparecen los sentimientos, no desaparecen las imágenes, no desaparecen las formas del deseo, todo está muerto menos la psique.

Lo que pasa es que la vida de la psique parece muerte para un ego que creía que toda vida estaba orientada al exterior; «no pasa nada, estoy deprimido, nada importa, me estoy muriendo, me encierro en mi cuarto, no hay vida afuera».

Como le dije ayer a esa señora «si, si, pero tu hijo no está muerto, eh?» Cuidado, lleva cuatro años en una habitación ¿pero qué pasa en esa habitación, qué pasa allí? ¿qué dice del alma lo que allí «está pasando»?

A esto es a lo que no atendemos, atendemos a que debería estar afuera, atendemos que debería llevar una vida «normal» y decimos «no pasa nada», pero nada ¿de qué?. Lo importante es que mientras no pasa nada de esto que suponemos que es lo que tendría que pasar, ¿qué es lo que está pasando? Cuando hay una especie de despegue de los hechos… ah, pero los hechos nos vienen de perlas, los hechos pueden ser los portadores de todo aquello que en mí no está siendo reflejado. Yo puedo hablar de mis acciones como consecuencia de los hechos, de tal manera que lo que hago no tiene que ver con el alma, tiene que ver con los hechos; «hago esto porque pasa esto y hago aquello para evitar esto», pero en ningún momento hay ese resonar imaginal que conecta el alma con el cuerpo y el cuerpo con el alma.

Por lo tanto vamos haciendo cuerpo del alma hasta que llega el momento en que el cuerpo empieza a devenir alma y en alquimia esto es la nigredo, el ennegrecimiento, el cuerpo empieza a volverse alma, el cuerpo empieza así a morirse como «sólo cuerpo», el cuerpo empieza a pudrirse, está el Viejo Rey debilitado, sin fuerzas ya, y a veces incluso descuartizado en una especie de tumba, su cuerpo está envejeciendo y muriendo y empieza a volar lo que estaba fijado a los hechos, los hechos empiezan a morir y empieza a manifestarse la otra realidad, que no es esta. En la alquimia no es infrecuente la imagen de la «decapitación»: el rey pierde la cabeza y de ella sale volando… un cuervo!

Justamente hablar de una sin la otra, el hablar de esta realidad y no otra es una de las cualidades del llamado sénex negativo, pero ¿y si el sénex teme a la ambigüedad ¿Puede que el positivo y el negativo sean lo mismo? Y ¿no puede ser que al llamar yo negativo a esto el sénex esté hablando en mí?. Quiero decir: cuando uno dice «¡Qué mal que este chico se encierre en un cuarto oscuro durante cuatro años!» ¿Quién en nosotros dice ¡Qué mal!? ¿Qué es lo que se valora en ese mismo momento? » Pues quisiera que fuera un tiburón que está en la bolsa diez horas al día para ganar mucho dinero mediante una fábrica de armamento y triunfar». Por lo tanto cuando decimos «no debería pasar esto! ¿Quién en nosotros dice lo que debería pasar?

Si cuando muere el vivo, vuelve a la vida el muerto, podríamos decir que muere una mirada para que una que estaba muerta aparezca como viva, por lo tanto se muere y se vive. Si valoras sólo lo que muere y desde lo que se muere, entonces se pierde «todo», pero si percibes lo que empieza a vivir cuando se muere eso… ¿Donde está el límite de lo que debe ser y de lo que no debe ser? Ahí ya viene Saturno con sus ideas de lo que es, lo que se es, lo que siempre fue, lo que siempre será y lo que debe ser. No es que no haya lo que debe ser, pero lo que debe ser es ante todo una imagen. Pero cuando deja de ser una imagen y empieza a ser vivido como un imperativo o como un hecho o como un reclamo, o como mi papá o mi mamá, pero no como lo que en el alma aparece bajo esta imagen, empezamos con el castrador que comienza a separar un mundo, el mundus arquetipus del mundo de las mil cosas y, o hay un mundo de mil cosas y el otro que no existe o hay un mundus Uno que es real que está fuera del mundo de las diez mil cosas.

Por lo tanto, la primera marca notable es que ya hay sénex en el intento de separar, de desconectar de la ambigüedad la propia imagen del sénex y con esto aparece otro de los rasgos más tremendos: su enorme, poderosa destructividad.

Cuando nos sentamos a planificar el futuro ¿desde dónde lo planificamos, cómo lo planificamos y a partir de qué lo planificamos? Inadvertidamente nuestro futuro imaginado literalmente no hace sino traer consigo la destrucción que ya está presente aquí mismo, en el acto de planificación.

La destrucción comienza en el sénex cuando el sénex se separa de su ambigüedad arquetípica. O sea, o literaliza y transforma en hechos, o pneumatiza y transforma en conceptos, pero en todo caso no refleja psíquicamente. Uno de los riesgos del sénex es por lo tanto su divorcio de la psique y ese divorcio es correr a un mundo de hechos (Capricornio) o ascender a un mundo de conceptos (Acuario).

Claro que el mundo no se cambia ni por ideas ni por hechos; el mundo lo cambia el alma. Por eso la verdadera revolución empieza en aquel que es capaz de ser fiel a su proceso anímico. Pero la literalización del proceso no implica fidelidad al proceso, afirmar: «soy como soy porque mi padre me hizo lo que me hizo» no es ser fiel al proceso, es vivirse como la consecuencia de una causa exterior, una causa familiar, social, de una circunstancia «eventual», de un evento casi periodístico.

Resulta que si lo miramos así, lo que llamamos la familia, es el ámbito de investidura donde se encarnan los mitos de la propia vida, y por lo tanto ¿qué es mi familia, cuáles son mis antepasados? Porque una cosa es quién pueda ser «de hecho» mi madre y otra cosa es la madre «vivida», la madre experiencial, la madre «psiquisizada».

Naturalmente la madre que yo viví, que es la madre que vivo aun, esa no muere, esa no comienza, esa pertenece al reino de los grandes arquetipos, pero yo puedo no atender a esa, y engancharme así a esta señora que me determina, para bien o para mal, la vida. Otra vez la literalidad y así no hay dejar espacio para atender a la madre arquetípica, no hay reflexión de la experiencia de la madre, que tiene que ver con uno mismo y con la psique, en tanto que la señora que hay ahí «fuera»parece ser causa de condicionamiento, parece ser hecho objetivo y fuente de mis determinaciones. Luego «es ella», «son ellos», son «los miembros de mi familia», sin reconocer que donde primeramente existe la familia es justamente en el alma, la familia «psíquica». Cuando desaparecen ellos-ahí-afuera, te quedas con el alma y ahí sigue habiendo lo mismo pero sin ellos ¿y adonde llevará lo mismo pero sin ellos-ahí-afuera?

¿Qué pasaría si tratamos no de escapar a Saturno, ni evitar a Saturno, ni de intentar que el sénex no «nos coma»? ¿Cómo hay que vivir o hacer? Para tratar de mirar lo que la imagen en sí, sin literalidad el tema es reflejar imaginativamente, es decir; en lugar de mirar a la imagen, mirar a través de la imagen, ver todo lo que esta imagen, sostenida en su ambigüedad. convoca; darle fuerza imaginativa a Saturno, al sénex, al tiempo, a la vejez, a la rigidez, al orden, a la claridad, a la sabiduría, elevarlos al plano de su verdadera fantasía, reconocerlos como imágenes.

Dicho de otra manera, salvar al fenómeno, no tratar de explicarlo y de corregirlo sino de dejarlo ser a ver adonde me lleva, dejarlo ser como fenómeno y no transformarlo en hech o reducirlo a concepto. ¿Qué pasaría entonces?

Hay una cosa que uno podría pensar: Saturno es el planeta de la contradicción y sin embargo le cuesta aceptar la ambigüedad. Conteniendo en sí la máxima tensión, nos lleva a la resistencia contra la tensión, es decir, la búsqueda de mecanismos para eludir la tensión.

Es curioso por ejemplo la explicación que dio Freud para la formación del yo, es asombroso:

…El ego aparece como un medio de liberar la insoportable tensión, ¿La tensión de qué? La tensión del Eros…

Freud al principio de ese artículo que publiqué en la web del Centro, llamado «Duelo y Melancolía», empieza a elaborar una idea que va a cobrar mucha fuerza en una obra posterior maravillosa que se llama «Más allá del principio de placer». En esa obra Freud llega a hablar de la Psique como de la contínua interacción de dos grandes principios del alma; aquellos que llamó Eros y Tánatos, amor y muerte.

Naturalmente como imaginaran Tánatos lleva toda la carga de Saturno; Tánatos es el sénex y Eros el puer. La idea de Freud es que la agresión, la resistencia, el rechazo es la forma en que se deja a la insoportable tensión hacia un exterior defendiéndose. Yo soy la defensa, el yo aparece como una defensa, yo soy hijo de Tánatos, el yo es esencialmente tanático, en el sentido de que opone resistencia al impulso de Eros, el Eros aparece como lo inconsciente.

Freud llega a afirmar que el inconsciente no conoce negación, no hay negación en el inconsciente, el inconsciente siempre es afirmación; la negación es lo que genera al yo, y el yo es instrumento de negación, ¿Negación de que? Negación de la contínua tensión de la vida y por lo tanto el yo está al servicio de la muerte, no al servicio del impulso a la vida.

Por esto a veces uno se pregunta y es un tema interesante, qué relación puede haber entre yo y el sénex Porque el sénex no soy yo, el sénex es Saturno, ¿Qué puedo hacer yo para que no me coman esos afectos o me «posea» la imagen o la idea delirante, o que puedo hacer yo para sacar provecho o que puedo hacer yo para vivirla bien?. Claro cuando yo quiero hacer algo para vivirla bien ya está el sénex ahí, yo soy producto del sénex.

Por lo tanto no hay nada que yo pueda hacer, porque todo mi hacer se basa en una discriminación de lo bueno y lo malo que impone el arquetipo del sénex.

Quiero decir con esto que este complejo que llamamos yo no es el responsable del sénex, sino más bien es la puesta en acción, la emanación, la irradiación del Viejo: conduciendo de noche al volante ya está el sénex, y por la mañana mirando perdido en el fondo de la taza del café ya está el sénex, y haciendo mis proyectos de futuro de vida y haciendo mis cálculos de cuanto debo ahorrar y cuanto debo tener y haciendo mi estrategia de lo que me conviene o no vivir, ya está el sénex ahí presente, donde está el yo hay sénex.

En el niño pequeño que dice «yo se» ya está el sénex presente, es el viejo que será, ya está presente diciendo «mío», ya está presente en su agresión al entorno, ya está presente en su envidia a otros. Ya está el sénex creando y ahora voy a dar la definición para lo que es importante: el sénex es lo que da consistencia a cada complejo, a cada personaje del alma.

El sénex es la resistencia del complejo; el sénex más que un complejo es la resistencia de un complejo que permanece, persevera y que tiene el don de transformar nuestro peor defecto en nuestro habitual «modo de ser», es el que nos hace decir «si yo siento que soy así» «yo soy asá, soy así, soy esto» y ese «esto» no son sino las capas de plomo, la armadura de plomo bajo la cual el complejo se ha estabilizado.

Lo que da permanencia es la presencia del sénex, y por lo tanto todas las precauciones se toman desde esa permanencia. Por eso yo digo: todo orden, toda pretensión de ordenamiento y de planificación, está tomado desde el pánico al desorden, es decir, el sénex aparece como poder y control porque niega su otra mitad, la mitad que le completa que es la mitad de la oscuridad, el descontrol y el miedo.

Poder sin miedo es poder del miedo, la previsión en nombre de la seguridad es la compulsión por la que me encuentro llevado por la inseguridad. La planificación del futuro, de eso que llamo mañana, es la presencia hoy de la inseguridad, pero en lugar de atender a la inseguridad que se me presenta, se literaliza en planes de previsión y así uno contabiliza ¿Qué contabiliza uno ahí?

Recuerden Saturno el que acuño monedas, el de los libros de cuentas «debe y haber», es el contable por excelencia y ¿Qué está contabilizando? Es decir ¿Desde donde estamos contabilizando cuando contabilizamos? No soy yo, el sénex en mí ¿Qué quiere decir? Qué no hay nada que yo pueda hacer, porque en cuanto hago, el sénex está haciendo en mí con sus parámetros de orden, sus criterios de lo que estaría bien, de lo que estaría mal, de lo que hay que evitar y de lo que hay que conseguir.

Voy a leer otro fragmento:

…Para finalizar con el sénex, está ahí desde el comienzo como están todas las dominantes arquetipales y se encuentra ya en el niño pequeño que sabe y dice «yo se». El niño con la plena intensidad de su ser, el niño pequeño que es el último en compadecerse y el primero en tiranizar, que destruye lo que ha construido y en su debilidad vive en omnipotencia oral, en fantasías de omnipotencia oral, defendiendo su rigidez; ya está ahí el Viejo, es el Saturno dentro del complejo el que lo hace tan difícil de desplegar. Denso y lento y enloquecidamente depresivo, este sentimiento de permanente indestructibilidad del complejo, separa al complejo de la vida y introvertiéndolo en aislamiento, así permanece detrás de la estabilidad de nuestros actos y de la capacidad que tenemos de cada vista virtud, simplemente manteniéndolo en orden o atribuyéndolo al destino. El sénex como un complejo aparece en los sueños mucho antes de que una persona se haya puesto «su toga senil» nombre que en Grecia se daba para el que ya estaba listo para retirarse alrededor de los sesenta años…

Mucho antes ya está el sénex en nuestra vida. Se manifiesta como el padre, el mentor, el Viejo Sabio y cuando está acentuado parece haber extraído todo el poder para sí. Tiene una especie de comunión solitaria consigo mismo con el futuro, y ahí con el genio profético del espíritu sénex revela lo que está más allá del límite de su propia hoz. Por eso dice:

…El espíritu sénex afecta cualquier actitud o complejo cuando se constela la contemplación creativa de su significado último, su relación con el destino, su por qué más profundo; entonces la cáscara de cualquier actitud habitual, desprovista de todo poder externo, se contrae hasta ser un grano, pero allí aprisionada en los pequeños límites de esta semilla está toda la vis del complejo original. Transformado así en sí mismo casi hasta el punto de la desaparición, dejando sólo un humor melancólico de mortificatio o putrefactio, en la negra noche fría de la privación, contiene en sí mismo un tipo de solitaria comunión con el futuro; y entonces con el genio profético del espíritu sénex revela aquello que está más allá del borde de su propia hoz destructiva, aquello que brotará verde a partir del grano que él mismo ha asesinado.

¿Qué papel tienen en mi destino todas mis argumentaciones y hechos literalizados? Es decir: si de este acto que he hecho virtud y de esta defensa que llamo precaución y de esta rigidez que llamo seguridad, y de esta previsión que llamo prudencia y de esta ahorratividad que llamo sensatez, en lugar de estar viviendo desde ella, son miradas con una pregunta última que es ¿Qué papel tiene esto en mí destino? Es decir, se despega de todas las circunstancias y explicaciones y se enfrentan como potencias anímicas que me tienen. En ese momento la vaina, la cáscara de cualquier actitud actual desprovista de todo poder exterior, se encoge hasta transformarse en un grano. Pero aprisionado en los pequeños límites de esta semilla está toda la fuerza del complejo original.

Cuando a los hábitos, las actitudes, las buenas razones, las planificaciones, las programaciones, las anticipaciones, las autodefiniciones; que todos estos son los límites saturninos «el yo soy así, soy asá, siempre haré, porque me hizo, porque me hicieron, etc.».

Cuando todas estas explicaciones que nos llevan a soportar trabajos que no queremos, a soportar relaciones que no deseamos y ahí tienen la tenacidad del sénex, la durabilidad, la resistencia, ¿Porqué aguanto una relación sin ser feliz?, ¿Porqué cada año nuevo digo «me liberaré de hábitos» de los que no me libro?, ¿De donde vienen estos hábitos? Cuando todo esto se desprende de las circunstancias, se descarga de los demás y de todas las explicaciones y uno se pregunta ¿Y todo esto que tiene que ver con mí destino?

De repente eso que parecía tan grande se seca, se transforma en una sola semilla, una cáscara que contiene en sí toda la potencia de vida que puede nacer de esa semilla si se reconoce como semilla, pero que está contenida en la dureza de su cáscara en tanto se proyecta, pero sino implicaría ¡uahh!! desprenderlo.

Esto implicaría aquello que el alquimista llama solve, disolver, no está en las cosas, no está en tus razones, no está en la familia, no es tu modo de ser, no es el código genético, no es nada de esto.

Pregúntate como todas estas implicaciones, como toda esta mirada está desempeñando un papel en tu destino independientemente de los demás y de repente lo ves. No solo estás mirando lo que te permite ver, sino súbitamente estás viendo y veo así mi soledad no sólo como un castigo impuesto, no sólo como una circunstancia a la que la vida me empuja, sino como la defensa a través de la cuál estoy obligado a vivir aquello que llamo desperdiciar mi vida.

Es esta idea de desperdiciar, de sacar provecho, es una idea del sénex: La vida es algo que hay que aprovechar y la pregunta es ¿Y mientras tú estás aprovechando tal como estás aprovechando, qué te ves obligado a vivir? Y mientras tu planificas lo que planificas y te justificas por donde te justificas entre tanto ¿qué se está viviendo en tí? Y entonces aparece el papel que ésto tiene en mí destino, con toda la transparencia que no aparece cuando estoy viviendo a través de esto. El sénex que parece tan grande se transforma en la semilla potencial de esa otra vida, pero esa otra vida ya no será una vida literalizada: una suma de «hechos», un conjunto de «cosas».

Saturno, la depresión y el héroe: Resumen: Enorme destructividad, detrás del afán de construcción se encuentran las estrategias que preven y por lo tanto constelan, convocan lo que llamamos destrucción.

La defensa atrae la destrucción, la defensa convoca la tensión que la vuelve necesaria.

Ahora pueden entender porque Aulo Gelio sugirió que la depresión era una enfermedad de héroes, porque el héroe que está embarcado en hechos y en ideas, ha perdido el alma y la depresión es el regreso del alma.

Cuando ya no hay dragones que justifiquen mi rabia, cuando no hay un adonde ir que no sea a su vez de donde huir, cuando no hay ya ningún adelante que sirva de excusa para no reconocer detrás y cuando no hay ya ninguna montaña que subir que no aparezca como excusa de la huída de lo que desciende ¿entonces qué puede hacer el héroe? Entonces el héroe se deprime. ¿Qué haría un héroe si no hay ogros que matar? ¿Qué haría con su furia y con su rabia? Los necesita porque justifican su carrera hacia adelante, es decir ¿de qué huye el héroe cuando avanza heroicamente?

Pero cuando un héroe descubre que huye, entonces desaparece el héroe, y cuando desaparece el héroe comienza la depresión, ya no hay decisiones, ya no hay sentidos, ya no hay adónde, ya no hay excusas, ya no hay objetivos, ya no hay planes ¿qué es lo que hay ahora?

Por lo tanto destructividad, negación, la negación es característica del sénex y la negación aparece en nuestra lógica como el principio de no-contradicción.

Adler que fue un pensador genial y que curiosamente es un gran desconocido, llegó a decir que la lógica oposicional, el vivir bajo definiciones, es el producto de una protesta masculina, de una defensa contra la inferioridad. El mundo del yo, con sus clasificaciones de o blanco o negro, o izquierda o derecha, etc., se está defendiendo a través de esta justificación ¿De que? De un profundo y no reconocido sentimiento de inferioridad. Aquello que me da inseguridad me empuja a poner límites, dicho de otra manera.

Es curioso porque Jung en otro lenguaje también lo dijo: en el mundo del ego que está en contacto con una realidad exterior surgen las categorías lógicas, pero en el mundo del inconsciente desaparece la lógica; lo blanco es negro a la vez, y en un sueño la ciudad era y no era Barcelona y el personaje era y no era un hombre y quien me seguía era pero no eras tú. Pero esto no puede ser en el mundo de las oposiciones exteriores. La lógica, la racionalidad, los principios exclusivos que permiten anticipar, son por lo tanto posiciones defensivas del yo ¿Ante qué? Ante la inferioridad.

¿Qué pasaría si donde está la inferioridad estuviera el alma? ¿Qué pasaría si el alma fuera en nosotros exactamente lo más incómodo? ¿Qué pasaría si el complejo en lugar de empujar a justificar la defensa como si fuese una conquista razonable, se revela como la estrategia para evitar la inferioridad? ¿Qué pasaría si el complejo me llevara a la inferioridad? Esto sería decir: finalmente la defensa, finalmente la negación, finalmente el rechazo, también (y ante todo) son caminos al alma. Eso se muestra en el momento en que se reconoce la antípoda de la que el sénex mira, en el momento en el que se pueda sustentar la enorme tensión del arquetipo del sénex.

Ahora tratemos de mirar este arquetipo en toda su ambigüedad, tratemos de explicar ¿cómo es posible que en el alma haya sénex, si el sénex no es solo para el yo? Porque si digo que esto es un arquetipo y es anterior al yo, es decir de la formación del yo, entonces no es algo que yo haga o pueda dejar de hacer, es algo que se hace en mi vida a pesar de mí. Vamos a preguntar ¿Y qué hace esto cuando hace lo que hace en mi vida? Es lo mismo que preguntar ¿Qué hace la depresión en mi vida cuando yo siento que pierdo mi vida? Y mientras yo siento que pierdo mi vida ¿qué se vive en mí vida?

Una revisión al mito de Kronos como guardián del origen arquetipal:

Quizá el mito del Anciano comiéndose a sus hijos no sea el horror de un poder que se quiere perpetuar contra todo poder nuevo, sino la representante de una dimensión del alma que no quiere perder jamás el contacto con lo primitivo.

Devora a sus niños para que no se salgan de sí y contener a los niños es contener el contacto con el origen, con el origen no en el tiempo, con el origen que es el mundo del arquetipo.

Saturno no deja realizar, no deja salir fuera, preserva lo irrealizado, mantiene eternamente infantil, eternamente verde, no deja salir al meridiano sino que contiene en el fondo del cielo todos aquellos niños que no son niños de esta tierra porque permanecen ligados a aquello que Corbin llamó la Tierra Celestial.

De tal manera que quizás Kronos custodia el mundo más allá del tiempo, más allá de los hechos y de las ideas y preserva en su riqueza arquetípica original la raíz de la imaginación. Quizá Saturno también lleva al alma cuando deja de ser literalizado, cuando miramos a través de la vida nos devuelve al ámbito de la imaginación con todo su poder.

Saturno es el exilio porque nos recuerda que estamos exiliados. No es el exilio porque tendría que estar en casa y no está, sino que Saturno es aquello que todo el tiempo impide que identifiquemos esto como nuestra casa.

Saturno nos mantiene encadenados a pesar nuestro a un mundo que no es el mundo de los hechos y cuando no atendemos sino al mundo de los hechos entonces se convierte en la prisión que nos recuerda el exilio. Por lo tanto, exiliados de este mundo, nos recuerda y nos reclama la pertenencia a otra dimensión, ¿A donde lleva Saturno entonces? A una sabiduría que no son hechos y a una sabiduría que no son conceptos, Saturno nos llevaría a la experiencia misma de la debilidad y a través de la debilidad a la conexión con el alma.

En este sentido, aquello que Ficino llamaba la necesaria «conexión entre las cosas, la serie de los mundos que mantiene ligado al mundo», tal vez sea el último peso de Saturno, el hecho de si literalizamos nos aprisionamos, si intelectualizamos nos aprisiona y en ninguno de los casos nos deja vivir aquí y ahora sin morir porque nos está recordando que esta no es toda la vida del alma.

Saturno por lo tanto puede abrir las puertas a la capacidad contener sin romper la vasija del alma y regresar los hechos a sus propias raíces. Tal vez tenía razón Ficino de que el Viejo Saturno a través de su dolor y su miseria en este mundo te mantiene vinculado a otro mundo que no se puede apresar en tiempos, lugares y personas, sino que convoca a un permanente acto de imaginación; lo que no se atiende imaginalmente se padece como hecho o se enfría como pura idea inoperante. Por lo tanto al no dejarme «vivir», en tanto sea literalizar en hechos, me obliga a contener una parcela de vida no vivida en la tierra terrestre e invita a reconocer la Tierra Celestial; y la Tierra Celestial es el mundo arquetípico; Saturno por lo tanto devora a sus hijos porque los mantiene siempre de cara al mundo arquetípico y no los deja salir al mundo de los «hechos».

Saturno tiene la grandeza de recordar que la frustración no proviene de ningún hecho, sino que proviene de haber perdido la vinculación con la imaginación, cuando se pregunta es ¿qué me quitó Saturno? No, Saturno no quita nada, Saturno recuerda que lo que «falta», eso aquí no está.

En este sentido aparece la imagen donde el Viejo ya no se defiende buscando un orden, donde el Viejo ya no se protege en su sabiduría conceptual y racionalmente estructurada a fin resistir a lo que no entra en sus esquemas, sino donde el Viejo se reconoce en toda su necesidad de volver a beber leche como un bebé, y ¿de quién bebe?

Bebe de una sabiduría que no son ideas, ni hechos, sino que es lo Imaginal. Bebe de una sabiduría (sapientia) que es sabrosa (sapor), recupera el sabor original de las cosas, es aquél Viejo que se sabe desvalido y desde la desvalidez del complejo, desde la desvalidez de nuestra frustración surge la invocación desesperada por el alma.

Como Boecio, el autor de la extraordinaria e influente «Consolación de la filosofía», que del poder pasó a la impotencia y habiendo sido consejero del Rey fue finalmente condenado a muerte, desprovisto de todo, Boecio entonces fue visitado por la Sabiduría; como si cuando se pierdese el poder apareciera la sabiduría. Así fue representado el Sénex en una hermosa ilustracón del libro alquímico «Aurora Consurgens», ilustración señalada como «De processu naturali», es decir, el proceso natural

El Viejo es aquello que nos lleva a acumular poder para tapar la impotencia, pero si cada vez que acumulamos aprehendemos la imagen misma que nos impulsa a acumular, en lugar de caer atrapados en la literalidad, veremos la angustia que ésta entraña; Saturno nos pondrá entonces en contacto con la intranquilidad, con la incompletitud y en lugar de un saber que sea defensa contra la vida, habrá una sabiduría que es la sabiduría del alma y , naturalmente, el Señor del exilio nos enseñará que aquí estamos de paso, nos enseñará que no hay nada permanente que construir aquí, lo cual no quiere decir que no exista la permanencia, Saturno sabe de lo que es permanente; permanente no son los hechos, permanente no son los esquemas mentales. Saturno sabe de la permanencia del mundo del arquetipo, y quien vive arraigando allí puede transitar este mundo sin necesidad de defenderse contra el caos.

Saturno trae así un ir hacia el mundo de lo finito con un arraigo en lo infinito, que era de lo que hablaba Ficino, y afrontar el dolor sin la defensa contra el dolor, porque donde hay un dolor hay una limitación y donde hay una limitación el Viejo requiere desesperadamente la leche del pecho de la Sabiduría.

Llegados a este punto podríamos decir: si no luchamos contra la depresión, si no luchamos contra la inseguridad, si no luchamos por «tirar para adelante», si no luchamos por realizar los proyectos, si los sustentamos como lo que son; imágenes del alma, y a través de lo que son atendemos a lo que nos habla en ese ser, viviremos sin estar identificados y vivirá en nosotros el vivo, pero también vivirá en nosotros el que está muerto para esta vida pero vive eternamente en el reino arquetipal.

Uno en este punto puede decir «gracias por las frustraciones», pero no porque ya no las tengo, sino porque por tenerlas he vuelto a casa. No es «esta soledad finalmente me llevará a otra cosa», «esta pobreza se transformará en riqueza», «esta extranjería se transformará en que por fin encontraré mi casa y mi familia», sino todo esto ha servido para saber que siempre estoy en casa, solo que no la vemos.

Hay unos cuadros muy bellos de Rubens, de Ribera, de Caravaggio, y de muchos otros pintores que plantean una escena muy parecida a este libro alquímico que les leí, que se basan en la leyenda de Cimon que encadenado y torturado, es amamantado por su hija Pero en un acto de amor filial y de caridad, donde se ve al viejo atado con cadenas, delgado y desfalleciente bebiendo sediento del pecho de la hija y esto transformado luego en una alegoría de la virtud cristiana de la caridad y el amor filial. Fue muy conocido el tema con el nombre de «caritas romana», y de ahí que se lo haya pintado y representado con frecuencia.

Pero si eliminamos todo este contexto moralizado y moralizante podemos en cambio verlo como el arquetipo del viejo sin dientes que vuelve a ser como un bebé, que vuelve a recurrir a lo femenino para encontrar la vida, la fuente de la vida, que no huye de la leche y la experiencia vital recurriendo a sistemas rígidos, conceptuales; así tal vez estemos viendo al sénex que recupera al puer, porque finalmente la máxima tensión es descubrir que en el sénex hay un puer y en el puer hay un sénex. El engaño de Saturno es creer que si hay sénex no hay puer y si hay puer no hay sénex.

En ese puer sin sénex, el sénex va realizando su obra, la obra que atribuirá al mundo, atribuirá a los demás, al mecanismo de las cosas, pero que ha estado contínuamente presente en su eludir lo que elude, en su aspirar a lo que aspira, en su huída hacia arriba de la profundidad y allí ya estaba el sénex.

El sénex poderoso, como el viejo Rey de la alquimia que descubre que todo su poder es una armadura contra el insoportable sentimiento de inferioridad, en esa inferioridad el sénex se arrodilla, abre la boca y acepta ser alimentado. Esa es otra sabiduría, ya no es la sabiduría de conceptos. Por eso esa idea de hacer conciente es peligrosa; «Yo tengo que hacer conciente», ten cuidado ¿Qué quiere decir hacer conciente? ¿Qué quiere decir comprender? Si comprender es llevar al terreno del yo «cuidado que hay una amenaza». Por eso la interesante propuesta de sustituir la expresión hacer conciente por hacer alma y hacer alma no es hacer conciente, es ya no tener la necesidad de hacer conciente, es sólo mirar ¿Qué es lo que te empuja a querer ser conciente?

Solo nos podremos acercar a Saturno y comprenderlo si el veneno es el fármaco, no puede curar si no se reconoce primero como veneno. La mejor manera de acercarse a Saturno, y no para evitarlo, controlarlo, dirigirlo y explicarlo, sino para reconocerlo, es atender la negrura. La melancolía no es un medio para la sabiduría, la melancolía es la sabiduría, ella misma es la sabiduría.

Aí todos los rasgos que han sido vistos como negativos desde la separación entre positivo y negativo tienen un papel.

Imaginemos la cronicidad del sénex, hay algo en la depresión y hay algo en la angustia, no cuando está literalizado y explicado desde la culpa, que es terrible, sino cuando miramos este mismo terror y aparece así su imagen. La mejor manera de salir de la situación del sénex es aceptar que no hay salida; si tiramos la toalla y decimos «no hay salida», abandonar la adherencia a un futuro, abandonar la expectativa de crecimiento, abandonar lo que nos agarra «si, pero mañana haré» y afrontar vivir lo que se está viviendo sin salida, es eso y solo hay eso, y ahí hay un saber, porque la perspectiva del éxtio me permite saltar a otra cosa, a una imaginaria y arbitraria «recompensa», a una «compensacón eventual», que es lo que tendemos a hacer usualmente ¿no? «Me duele pero lo soporto por que me curaré» o «me deprimo pero estaré feliz y contento cuando esto haya pasado » «sufro pero el sufrimiento me hará sabio».

Todo esto se puede traducir en un «acepto hoy porque mañana habrá un ventaja». Toda esta colocación que busca salida a Saturno, no permite ver lo que Saturno ofrece. Pero cuando abandonas esta colocación entonces no hay ninguna salida, no lleva a mañana, no viene de antes, no hay literalidad de un tiempo, Saturno no habla del tiempo como hechos que pasan, nos muestra que el tiempo se conecta con la eternidad. No hay más salidas, la melancolía acaba con los planes, los proyectos, los sistemas y las ordenaciones, se acaban las programaciones, las expectativas; es así y no hay otra cosa. Es ESTO. Y esto es «un estar». Es un ESTAR

La idea de que me llevará a un futuro mejor es una idea de escapada, pero ¿y si no llevara a un futuro mejor sino que permitiera desprenderse del tiempo mismo, si fuera ya el poder vivir más allá del tiempo, en el tiempo y no desde el tiempo? El viejo Saturno está con cadenas porque está ligado adonde tiene que estar, nos muestra el otro lado de las cosas, nos muestra el fondo del cielo, nos muestra lo que hay en el fondo, la gravedad, no deja que nos alejemos y la traicionemos con expectativas «resurreccionistas», «triunfalistas», con literalizaciones.

La idea de centramiento nos lleva al centro mismo de las cosas, no a la periferia. Como decía el otro día en el taller de tarot; «déjate ya de tanta anécdota» y lo digo a todos; dejémonos de tantas anécdotas «me pasa esto porque me dijo, porque pasó, porque me hizo, porque entonces mi papá, porque mi pareja, mi amigo, porque mi trabajo, etc.». Déjate de la anécdota y vamos al centro, gravedad, vamos al centro separado de todas las anécdotas y cuando lo llevas al alma se presenta toda su esencia y claro te deprimes, no hay salida, solo hay esto. Pero es que esto no es tan solo un «esto»!.

Vamos a leer un texto de Walter Benjamin (otro gran depresivo, que se suicidó durante la segunda guerra) que escribió un libro sobre el arte (el arte y el alma tienen mucho en común), «El origen del drama barroco alemán» en el que dice así:

…La esencia de una profunda meditación melancólica: sus objetos últimos en los cuales cree haberse establecido como totalmente depravada, a medida que se cambian en alegoría…

Fíjense bien: los objetos mismos de la depresión, en los que la depresión cree haberse detenido, haberse establecido como un estado totalmente depravado, que no debería ser, y sin embargo estoy atrapado en ello. Estoy atrapado en ello porque «la vida es una mierda, porque mi familia me ha desconocido, porque nadie me quiere de verdad, porque seré pobre y tengo miedo a la pobreza, porque tengo que hacer y no tengo energía, etc.». Todos estos objetos que se presentan, que son los hechos en su sentido literalizado, sus últimos objetos en los que cree que se ha establecido como totalmente depravada, en cuanto cambian en alegoría dejan de ser hechos y empiezan a revelarse como imágenes.

…En tanto cambian en alegoría llenan y niegan la nada en la que se presentan a sí mismos, así como al final el intento no se congela en una fiel contemplación de huesos, sino que se vuelve infielmente hacia una resurrección.

Repito el texto de Benjamin, ahora sin cortes:

..La esencia de una profunda meditación melancólica: sus objetos últimos en los cuales cree haberse establecido como totalmente depravada, a medida que se cambian en alegoría, llenan y niegan la nada en la que se presentan a sí mismos, así como al final el intento no se congela en una fiel contemplación de huesos, sino que se vuelve infielmente hacia una resurrección.

Pero no hacia lo que uno entienda e imagine que es resurrección. Cuando han desaparecido los objetos del futuro, del ayer y del mañana, cuando ya no hay más historia personal sino acontecimiento arquetípico y eterno, cuando se acabaron las excusas de los hechos y las ideas argumentativas, y no hay más que proceso del alma, desliteralizado, en este estancamiento que uno llama «estoy atrapado, no pasa nada», curiosamente empiezan a revelarse las imágenes y esta negrura detenida y congelada comienza a transformarse de manera infiel a la depresión en una imagen de resurrección.

Pero cuidado que la imagen de la resurrección no es un «volveré a un nuevo trabajo mejor que el anterior», «volveré a una nueva conquista exitosa» o un resentido y desconfiado, cínico y paranoico «ahora que he aprendido del desamor, voy más armado por la amargura y el desencanto». No, la resurrección no es un regreso a esa vida, esa vida se ha muerto o uno ha muerto para ella, la resurrección es la insurrección. Por lo tanto en medio de la nada resulta que no hay nada, en medio de la nada están todas las imágenes sin sustentarse ya en literalidades, en lo «extra anímico» que se ha desvanecido completamente.

Recordemos que Hillman insistía en que en la depresión no basta con decir que «uno está encerrado en una habitación»; quiere saber ¿qué come, qué hace, qué siente, qué piensa cuando está sentado y qué imagina cuando está de pie, quiere conocer toda la historia del alma que acompaña a ésto que se llama estar en una situación. En realidad siempre estamos en una situación, pero la situación en que estamos está a su vez en el alma. Cuando todo esto se ha vuelto negro ¿quien está situando? ¿dónde se está situado? Si, no hay nada ¿pero qué es esta nada? Y entonces en esta nada aparecerá barro, lodo, mierda.

El excremento y Saturno tienen mucho que ver, uno puede aquí remitirse todo lo anal (no sólo en lo que ya hemos visto respecto a las lavativas, la hemorroides, el eléboro, el estreñimiento, sino en el sentido que tiene en la teoría freudiana con su referencia a la agresividad retentiva, el ego, a la defensa); les recuerdo que en Roma había una estatua consagrada al dios Saturno sterculium, Saturno del estiércol . En el estiércol está Saturno, como decían los alquimistas «en el estiércol está lo que se busca», en lo más despreciable está Saturno, en lo que no se le da valor, en la cosa más vulgar allí está presente Saturno. Y el lapis y el oro filosofal también!

Por lo tanto, excrementos, mierda, rabia, angustia, vacío, cuando todo esto deja de ser cosa y empieza a revelarse como imagen, resulta que el negro aparece moteado de blanco, como las brillantes e infinitas estrellas sobre el cielo negro de la noche cerrada, así aparecen las pepitas de plata y siguiendo a la alquimia, eso negro se vuelve tachonado de blanco, el negro mismo da origen a lo blanco.

La palabra alquimia que viene de «al khem» quiere decir tierra negra; pues la tierra negra se transforma en tierra blanca (terra alba), y la tierra blanca no es un volver a la tierra negra. La tierra blanca es aquella tierra que no se encontraba cuando se creía que era blanca la tierra negra.

Esto se llama albedo y la albedo, el emblanquecimiento, tiene que ver con el regreso al mundo olvidado, negado detrás de los hechos y de los conceptos, traicionado en literalidades y supuestas «realidades objetivas»; la albedo es el retorno a la dimensión de la imaginación arquetípica

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